¿Arrepentimiento democrático?

El país celebró como un avance en las instituciones democráticas, la incorporación de la figura de la elección popular de alcaldes en 1986 y desde ese entonces los gobernadores perdieron esa prerrogativa para designar los mandatarios locales, así como el Presidente de la República en lo que tenía que ver con el alcalde de Bogotá.

Después vino la Constitución de 1991 y allí se extendió esa figura para elegir popularmente a los gobernadores, y desde entonces unos y otros se posesionan de sus cargos con una dosis de autonomía que muchos utilizan en debida forma, pero que una porción grande se desvía por los causes de la politiquería, el clientelismo y la indebida utilización de los fondos públicos, para instrumentalizar estas herramientas en provecho propio y de las camarillas que los acompañan y escudan.  

Esta situación ha significado un gran desgaste de la figura, y lo que todo el mundo saludó como un avance democrático, hoy produce profundas lamentaciones, pues en muchos casos se ha llegado a comprobar con sobradas razones, que los mandatarios designados eran mucho mejor que los elegidos popularmente.  

Son demasiadas las tentaciones en el ejercicio del poder: El mando sobre una abultada burocracia, la prerrogativa en la ordenación del gasto, la contratación pública y la toma de decisiones sobre muchos aspectos fundamentales en las comunidades locales.  

Nada más en materia de manejo de recursos, la Nación ha ido incrementando sus transferencias a esas entidades y en estos momentos una buena tajada de los 9.8 billones anuales que se perciban por regalías, quedan en manos de gobernadores y alcaldes. Y lo mismo podemos decir de los 111 billones que se recaudan por concepto del impuesto a las ventas, conocido como IVA.  

El resultado es que el poder empalaga y muchos mandatarios llegan a galopar sobre la capacidad rentística, mientras que los vicios se ponen a funcionar, éstos sí de manera muy eficiente, para sacar las mayores tajadas que abren la puerta al enriquecimiento ilícito.  

No es gratuito que un gran número de mandatarios seccionales y locales terminen en la cárcel, colmados de procesos, y muchos destituidos abruptamente por los organismos de control o judiciales.  

Es una reflexión para los Partidos, que deben ser más cuidadosos en la escogencia de sus candidatos y también para los electores, que tendrán que ser más responsables a la hora de confiar su voto, pues si eso no se logra, la democracia no será sino un remedo que en lugar de facilitar avances, lo que se desprende es un grave y pernicioso retroceso que ensucia y corroe. 

Credito
EDUARDO DURÁN GÓMEZ

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