El milenio en las regiones

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La ONU ha dicho que Colombia, en las metas del milenio definidas al comenzar la cuenta hace 14 años, tendientes a erradicar la pobreza, va bien pero lento. Eso quiere decir que hace falta mucho para alcanzar los compromisos y para estar en condiciones de derrotar los factores adversos, tal como reza el objetivo del programa.

Y no es sino ver las cifras para darnos cuenta de que el desequilibrio existente en las diversas regiones evidencia una situación de alarma: mientras Bogotá ostenta el menor indicador con 11.6 por ciento de la población en niveles de pobreza, Santander tiene 20.8 por ciento, Norte de Santander registra el 40.4 por ciento, le sigue Bolívar, con 44.2 por ciento, y Chocó marca la mayor cifra, con 62.1 por ciento.

El panorama siempre es el mismo: unas regiones que tienen más recursos presupuestales, más formación del elemento humano, más atención por parte del Gobierno central y más oportunidades de acceso a los grandes proyectos.

La ONU ha dicho que es necesario atacar decididamente la pobreza, las deficiencias en salud, la falta de acceso a la educación, la falta de calidad de la misma y la mortalidad infantil y materna, así como la expansión de ciertas pandemias.

Mientras no exista un plan cuidadoso y estratégico que permita atacar cada uno de estos factores con determinación, no será posible alcanzar un equilibrio.

Hay que partir de la base de que a muchas regiones hay que asistirlas, dirigirlas, llevarles los contenidos y hacerles la tarea, pues sus deficiencias son tantas que no pueden hacerlo solas; ente otras cosas porque así se les den los recursos, no tienen ni el elemento humano calificado, ni la capacidad técnica para su ejecución, ni tampoco la posibilidad de controlar la transparencia de las inversiones.

Un plan de desarrollo en tal sentido tiene que abarcar la totalidad del territorio nacional, debe contemplar metodologías muy precisas y también disponibilidad de recursos ciertos para acometer las ejecuciones.

Es triste pensar que en Colombia existen unas regiones en donde se puede apreciar la modernidad, la plenitud de los servicios públicos, las oportunidades de educación y de empleo, y otras en donde tales elementos no se perciben por ninguna parte y los pobladores parecen vivir más bien en otro país muy distinto y desigual.

Es el esquema de los ciudadanos de primera y de segunda, que genera injusticias, que produce hambre, que impide progresos y que niega oportunidades de desarrollo. Una Colombia igual y no promediando extremos tan distantes, tiene que ser el verdadero objetivo del milenio.

Credito
EDUARDO DURÁN GÓMEZ

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