Un monstruo de mil cabezas

Eduardo Durán

Uno tras otro. Todos los días peor. Salimos de un escándalo de corrupción del que nos conmovemos hasta los tuétanos, y pasamos a otro; pero ahora medido, no en millones, sino en billones.

Apareció Reficar por mas de 8.5 billones; después Odebrechet, primero por 6.4 billones, y después por 4.4 billones más. Ahora se nos informa que la Judicatura dejó de percibir 6,6 billones por no haber hecho cobros que le correspondían. No nos habíamos terminado de recuperar de todo el escándalo del llamado Carrusel de la Contratación en la Alcaldía de Bogotá, durante la administración Moreno, y se nos viene esta avalancha encima.

Son indicadores que nos señalan que ese terrible monstruo está en capacidad de reproducir cabezas y tentáculos en los más insospechados escenarios, y que es capaz de apoderarse de cualquier cosa.

Todo esto nos mueve a pensar que librado el país de la guerra, tema que puso varios presidentes, ahora el tema que ocupará a los electores en los próximos comicios será el de la lucha frontal contra la corrupción.

Aquí es en donde se va a medir la creatividad, la capacidad para diseñar políticas contundentes que puedan conmover al electorado a confiar su voto, en una propuesta que abra el camino para recuperar la confianza pública en el manejo de los presupuestos, que construya la esperanza para que los impuestos cumplan con el fin de traducirse en obras y en servicios, para el mejoramiento efectivo de la calidad de vida.

Un país lleno de necesidades como lo es el nuestro, requiere que los dineros públicos se hagan rendir, que las obras sean una realidad en los tiempos pactados y en los cálculos estimados, y que el disfrute sea posible percibirlo en los términos en que son ofrecidos.

Si es posible alcanzar ese logro, no iremos a necesitar nunca una reforma tributaria más, y sería la ocasión también para decir al contribuyente en un futuro cercano, que sus cargas se aliviarán como producto de ese esfuerzo para atajar el paso a los corruptos.

Las herramientas con que contamos son impotentes. No se necesitan más demostraciones para comprobarlo. Es urgente replantear todo para poder rescatar la esperanza en el país y en sus dirigentes. Que vengan entonces esas propuestas a ver si efectivamente existe un liderazgo que sea capaz de producir la transformación, y de desterrar, de una vez por todas, ese terrible monstruo que nos carcome de manera ruin y despiadada.

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