Otra página dolorosa

Eduardo Durán

Con la venta de Cafesalud, que además había asumido el control de Saludcoop, se pasa otra página dolorosa dentro de lo que ha sido el accidentado acontecer de muchas empresas prestadoras de salud, que reciben multimillonarias contribuciones de sus afiliados para garantizar la atención básica, pero que terminan desviando los recursos hacia actividades no muy claras, muchas veces con el ánimo de obtener lucrativos negocios o con el firme propósito de apropiarse de recursos que tienen una destinación muy exclusiva.

La falta de instrumentos eficaces de control, ha hecho que esas entidades cuestionadas jueguen con la salud de los colombianos, en un proceder que resulta el mismo, siempre que se trata de evitar gastos en aquellos pacientes que requieren de la atención para aliviar sus dolencias.

La lista es muy larga, pero siempre nos encontramos con situaciones parecidas, en donde no se asignan las citas médicas oportunas, en donde los medicamentos que se requieren no se formulan o no se suministran, y en donde las cirugías se aplazan de manera reiterativa hasta cuando el paciente termina haciendo crisis, y muchas veces llegando a fallecer a la espera de la atención requerida.

Un sistema que opera en esas condiciones genera inequidad, abuso y desde luego perversidad, pues afecta el derecho fundamental de la salud, a que todo colombiano tiene, y además cuando está pagando por él.

Cuando los controles del Estado son laxos y las normas no resultan ser precisas, los aprovechadores aparecen como aves rapaces para apoderarse de esos recursos, que contemplan como un botín.

Este doloroso episodio, tiene que servir de experiencia, para que la autoridad se fortalezca y para que se diseñen las herramientas indispensables para evitar otra dolorosa tragedia como la que se ha vivido con este lamentable ejemplo.

Las cifras dadas a conocer, nos indican que por este caso estaban comprometidos $750.000 millones, lo que puede dimensionar el volumen que llega a significar el manejo de la salud de los colombianos.

Cuando no es posible aplicar controles oportunos y sanciones ejemplarizantes a tiempo, las cosas van generando un daño, que después resulta irreparable.

Lo que los colombianos queremos en estos momentos, es que se nos diga cómo va a ser el control para estas entidades en el futuro, para que los hechos dolorosos no se repitan.

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