El misógino

Ricardo Ferro

Se podría pensar que las declaraciones salidas de tono del Alcalde de Ibagué esta semana sobre la Feria Agropecuaria fueron una cortina de humo para desviar la atención de ciertos temas que vienen preocupando a la ciudadanía: improvisación, desempleo, inseguridad, etc. Pero, ¿y qué tal que no?

Un hombre misógino puede definirse como aquel que siente aversión hacia las mujeres o no confía en ellas.

La misoginia puede manifestarse de diversas maneras y en distintas etapas de la vida, generalmente de forma inconsciente. La revista Psychology Today incluye la denigración y discriminación en el coctel de sus expresiones y advierte que su origen generalmente obedece a un trauma con una figura femenina en la cual confiaron.

Por su parte, el diccionario Oxford apunta: “Como todos los misóginos, el escritor Henry Miller era un hombre que necesitaba desesperadamente a las mujeres, y las odiaba a la vez, porque no podía soportar su dependencia de ellas”.

Además de Miller, otros han sido catalogados comomisóginos a través de la historia. Son los casos de Nietzsche, Freud, Voltaire, Dostoievski, Wilde, Kant y Rousseau.

En cuanto a las características que posee un individuo misógino, diferentes publicaciones coinciden en dos: Actuar de manera irregular, pasando rápidamente de ser una persona irresistiblea grosera o viceversa. Y la segunda, un comportamiento hacia las mujeres en general engreído, controlador y egocéntrico.

Y precisamente Emma Watson, actriz que encarnó a Hermione Granger en la saga ‘Harry Potter’, hace unos meses durante una conmovedora intervención en la Asamblea General de las Naciones Unidas, se dirigió a todos los varones del planeta, diciéndonos: “Necesitamos tratar de instar a hombres y niños, tanto como sea posible, a que sean promotores del cambio”.

Pero mientras eso ocurrió en la ONU, en lo local la realidad ha sido otra: una imagen de la Virgen retirada de la Alcaldía a principios de año, posteriormente mujeres embarazadas despedidas y ahora trato vulgar y denigrante a las trabajadoras sexuales y, de paso, al género femenino. Eso sin contar que no fueron completamente convincentes las explicaciones que en su momento se dieron a las revelaciones de un connotado empresario, sobre una presunta agresión física de hijo a madre.

De nada sirven adornados discursos informando que el 70 por ciento del gabinete lo conforman mujeres. O fotografías tomadas junto a algunas funcionarias embarazadas con la promesa de no despedirlas. Se necesita mucho más, cuando de amar y respetar a las mujeres se trata.

Desde esta columna, mi solidaridad con el Colectivo de Organizaciones de Mujeres de Ibagué y el Tolima que protestaron con un sentido comunicado el pasado viernes. Me uno a la petición que hicieron:

“Exigimos que el Alcalde de Ibagué presente excusas públicas frente a las mujeres ibaguereñas y frente a las mujeres que ejercen la prostitución, pues no vamos a aceptar que desde las instituciones se ejerza violencia institucional, tolerancia a las violencias contra las mujeres y, menos aún, subvaloración de nuestros trabajos, de nuestras propuestas y de nuestra incidencia, que ya ha tenido bastantes tropiezos con la actual administración”.

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