¡De Quinta!

Ricardo Ferro

Con la decisión de cambiar el recorrido de los principales desfiles del Festival Folclórico Colombiano de la Carrera Quinta a la Cuarta, pasando por la Calle 19, Parque Galarza, Terminal de Transporte y bajando por la Avenida Ferrocarril hasta la calle 42, se le da un golpe al orgullo, la dignidad, la identidad, la tradición y la seguridad de los ibaguereños.

Sería difícil imaginarnos que el Tour de Francia no terminara en su recorrido triunfal en los Campos Elíseos; o que los principales desfiles en Nueva York, incluido el del Día de Acción de Gracias, fueran desplazados de la Quinta Avenida, la arteria más famosa e impactante en la Capital del Mundo; o que la Plaza de Cibeles ubicada en la intersección de la Calle Alcalá con el Paseo de Recoletos y el Paseo del Prado en Madrid no albergara a jugadores e hinchas del fútbol en España.

O que tal pensar en Colombia que el alcalde de Cali decidiera de un plumazo quitar de la Feria de Cali las actividades por La Quinta; o que un mandatario en Pasto eliminara los desfiles del Carnaval de Blancos y Negros de la Avenida Alfonso Zambrano. O que en Neiva se excluyera del todo el Parque Longitudinal del Río Magdalena de desfiles y cabalgadas del San Pedro.

Pero no. En Ibagué en este 2016 no operó esta lógica. La Carrera Quinta que es nuestra principal Avenida, nuestra calle de mostrar, la arteria por donde siempre hemos querido expresar nuestras alegrías, tristezas y reclamos, será relegada. La misma que desde que tengo memoria ha albergado todos los multitudinarios desfiles de San Juan, San Pedro, 20 de julio, Cabalgatas, Años Viejos, Marcha Carnaval, Caballitos de palo, Título del Deportes Tolima, Día del Trabajo, No más Farc, entre muchos más.

Ahora, una decisión unilateral ha decidido castigar a nuestra esencia folclórica, a nuestros matachines, murgas, chirimías, comparsas, danzas y reinas.

Es así como los desfiles van a pasar por medio de zonas que no han sido recuperadas de focos de robo, distribución y consumo de alucinógenos y redes de prostitución callejeras, donde no ha operado la inclusión.

Adicionalmente, el grueso del recorrido, por la Avenida Ferrocarril, no está dotado de los andenes ni de los árboles que dan sombrío y facilitan que miles y miles de familias propias y visitantes se gocen las alegres actividades de junio, como ocurría en la Carrera Quinta.

Por estos días se han escuchado en voz baja a muchos dirigentes cívicos y gremiales que no están de acuerdo con la medida pero que hay que obedecer, con sumisión, que se confunde con temor, porque nadie se atreve a refutar.

O sea, por miedo a contradecir y recibir una respuesta verbal del calibre de ‘Cállese la jeta’ como reveló Iván Mantilla, nos tocará permitir que nos quiten la identidad cívica y ciudadana de vivir las fiestas en La Carrera Quinta.

Por todo lo anterior y “con todo el corazón”, desde ya hay que declarar responsable al tomador de esta determinación de cualquier hecho que ocurra contra la seguridad de las familias, turistas y caravana artística y cultural en los puntos críticos advertidos en el nuevo recorrido; así como del detrimento en las arcas de grandes, medianos y pequeños empresarios que veían fincadas sus esperanzas de ingresos económicos por el dinamismo de la fiesta que nos dejó desde hace 57 años el visionario Adriano Tribín Piedrahita (q.e.p.d).

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