Cuando si es no y no es si

Ricardo Ferro

Así como en su momento una reina se enredó con una de las complejas preguntas que hacen en los certámenes de belleza y terminó con un cantinflesco “…hombre con hombre, mujer con mujer, y así al mismo tiempo pero en sentido contrario”, varios de los defensores del “si” no han podido diferenciar entre lo que significa la palabra “paz” y lo que se pretende refrendar en el plebiscito del 2 de octubre.

Y no los culpo, porque hábilmente Santos ha logrado confundir a algunos sectores de la población sobre los efectos de los acuerdos. De manera irresponsable ha despilfarrado recursos y ha maltratado las finanzas públicas dejando en evidencia su poco interés por lograr una paz real.

Por supuesto que en un territorio que ha sufrido una guerra descarnada la población está ávida de paz. Sin embargo, también es claro que unos acuerdos que premian a quienes han delinquido y se han enriquecido con el dolor ajeno no puede generar confianza dentro de la ciudadanía.

Todos queremos avanzar en la consolidación del país, pero para ello, es fundamental no golpear la ya debilitada confianza en las instituciones. Por ejemplo, que necesidad había de construir una pregunta tramposa. Porque si Santos quería “hacer lo que se le diera la gana”, lo debió hacer fue en el momento de la negociación con las Farc, y no en la instancia en que tenía que preguntarle al pueblo sobre lo allí acordado.

En el mismo sentido, ¿cómo puede ser posible que delitos como el narcotráfico, la extorsión, el lavado de activos y la minería ilegal se justifiquen con la figura del financiamiento de la rebelión, solo con el objeto de que haya impunidad para los guerrilleros de las Farc?

Pero como si lo anterior fuera poco, las víctimas no recibirán un solo peso por parte de las Farc en lo que tiene que ver con su reparación.

Así las cosas, de dónde se pretende que los colombianos nos traguemos un batracio concebido mas pensado en el beneficio de unos pocos que en el interés general. Tan consciente es el mismo Santos de los efectos de lo acordado que no tuvo reparos en disminuir las exigencias en cuanto a índices de participación. No me imagino por ejemplo, a un alcalde aceptando que para un proceso de revocatoria de su mandato se redujeran los guarismos como ocurrió con el plebiscito.

Juan Pablo II dijo en su momento “Que nadie se haga ilusiones de que la simple ausencia de guerra es sinónimo de una paz duradera. No hay verdadera paz si no viene acompañada de equidad, verdad, justicia y solidaridad”.

En el caso del plebiscito, infortunadamente la única opción que quedó para votar acertadamente el dos de octubre es aplicar la psicología inversa, ya que con todos los engaños del gobierno y las Farc el “si” se volvió no a la paz y el “no” se convirtió en “sí”.

Sprint final: Pasaron varias décadas para que el país volviera a vibrar con el ciclismo. Muy emocionantes las transmisiones de la vuelta a España por televisión. Llena de orgullo escuchar a los narradores extranjeros apoyando a nuestro Nairo Quintana, o como ellos lo denominan, “Nairo Man”.

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