El ‘after party’ del plebiscito

Ricardo Ferro

Se acerca la hora de acudir a las urnas y decidir si se aprueban o no los acuerdos logrados en La Habana entre el gobierno Santos y las Farc.

Los colombianos se encuentran polarizados. Los del Sí se sienten un poco más en los medios tradicionales, mientras los del no, acuden a las redes sociales y al voz a voz para realizar su campaña.

El Gobierno ha tratado de buscar respaldo popular para enfrentar el no, y lamentablemente muchos ciudadanos se han dejado engañar sobre quiénes son los verdaderos verdugos en esta confrontación.

Es increíble que la población civil que ha sido víctima de secuestros, extorsión o atentados terroristas prefiera enfrentar, así sea verbalmente, a quien han defendido las instituciones y la vida y bienes de aquellos y ponerse del lado de los guerrilleros de las Farc, sin siquiera considerar las consecuencias de estos acuerdos. ¿O acaso no ha sido suficiente con todo el daño que ha causado esta organización terrorista al pueblo colombiano, para que ahora de corolario tengamos que premiarlos convirtiéndolos en próceres?

Pero dejemos de un lado el pasado y pensemos en el después del 2 de octubre. Interesante sería que iniciáramos poniéndonos al día en el capítulo de la reparación a las víctimas. Y entonces surge una pregunta para la cual no se requiere ni de maestría en Economía, ni tampoco en Derechos Humanos: ¿Será justo que las Farc no deban poner un peso para reparar a las víctimas? Porque, así las cosas, no se entiende cuál es el punto de partida para una negociación que busca poner fin a una guerrilla que ha enfrentado a gobiernos legítimos, elegidos por voto popular. Adicionalmente cuando sus recursos provienen de actividades ilícitas como el narcotráfico y la extorsión.

En segundo lugar, y como si no fuera suficiente con lo anterior, surge otra pregunta: ¿Por qué debemos los colombianos financiar la incorporación a la vida civil de los guerrilleros, con salarios y otras erogaciones que superan los ingresos de los cientos de miles de ciudadanos que después de los descuentos de ley, deben vivir con menos de un salario mínimo? Es decir que la guerrilla de la Farc no solo no va a reparar a más víctimas, sino que adicionalmente va a terminar convertida en una víctima mas, debiendo ser reparada.

No imagino a los engañados defensores del Sí, en los días posteriores al plebiscito sintiéndose “idiotas útiles” de un gobierno que ya ha demostrado que no tiene escrúpulos a la hora de usar y botar lo que no le sirve, cuando deban meterse la mano al bolsillo frente a una reforma tributaria inminente que seguramente será aprobada por la aplanadora del congreso que respalda el gobierno Santos.

Pero no sólo sufrirán las consecuencias del plebiscito los ciudadanos de a pie, los mandatarios municipales y departamentales que se encuentran expectantes por un 2017 mejor en lo referente a inversiones del Gobierno nacional, tendrán que irse preparando para nuevos recortes presupuestales, porque este gobierno, ya de salida, se dedicara única y exclusivamente a complacer las enormes exigencias económicas de las Farc.

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