¿Revocatoria por corrupción?

Ricardo Ferro

Cuenta la historia que en el despacho del Kremlin, el recién posesionado primer secretario del partido comunista encontró tres cartas sobre el escritorio con una nota de instrucciones que le había dejado su antecesor. La arrogancia hizo que las mismas fueran guardadas en el fondo del último cajón.

Sin embargo, ante el desespero por encontrar respuestas a los problemas, una a una fueron leídas por el destinatario y puestas en práctica.

La primera carta indicaba que ante una difícil crisis, el gobernante debía optar por echarle toda la culpa a su antecesor. Haciendo caso a la misiva, fue extremadamente fácil aplacar los caldeados ánimos de los ciudadanos.

Meses mas tarde, el todopoderoso volvió a flaquear ante su pueblo y tuvo que abrir el segundo sobre. Su instrucción era igual de sencilla. Simplemente había que culpar de todo a los opositores, que en su caso, estaban en el extranjero.

Mas adelante, se presentó una nueva crisis que obligó a abrir el tercer y último sobre y vaya sorpresa para el mandatario cuando se encontró con una lapidaria instrucción que decía: “Es hora de sentarse a escribir tres cartas para tu sucesor”.

No imagino a Luis H. escribiéndole cartas a Jaramillo, y menos a este último leyéndolas. Pero con o sin estas, es innegable la similitud entre la historia rusa y lo ocurrido en Ibagué hasta ahora, es decir, un gobierno que permanentemente dirige los reflectores de la opinión pública hacia el antecesor y casa peleas con todo el mundo, para luego victimizarse tildándolos de “gavilleros”.

Claro que hay crisis de crisis. Una cosa es tratar de desviar la atención frente a una reculada por una medida improvisada y otra muy distinta es pretender crear una cortina de humo para tapar un escándalo de corrupción.

Por lo mismo merece un capítulo aparte la gran indignación que se ha generado en Ibagué porque el Alcalde, el mismo que de candidato ‘barrió ratas’ y se comprometió a acabar con las “mafias” que se habían tomado a Ibagué, ahora está en medio en un escándalo de corrupción por un alumbrado navideño y unos pesebres, en el que precisamente aparecen como protagonistas la selección ‘a dedo’ y los sobrecostos.

Lo normal en estos casos sería acudir a los entes de control para que actúen prontamente, sin embargo llama la atención que ya en columnas de opinión y en emisoras radiales se comience a poner sobre la mesa la posibilidad de una revocatoria del mandato.

Sería un hecho sin precedentes en la historia de Colombia que se solicitara la revocatoria de un alcalde por corrupción, habría que preguntarle a los expertos en la materia si jurídicamente esto es viable. Pero en principio podría ocurrir, teniendo en cuenta que a la gente se le acabó la paciencia frente a este flagelo, y en el caso particular de Ibagué, la ciudadanía se siente ¡defraudada, timada, decepcionada!

Evidentemente en la pasada elección, los ibaguereños votamos abrumadoramente para acabar con la corrupción, y no para “reducirla a sus justas proporciones” o para que la corrupción simplemente cambiara de apellido.

Comentarios