El día que Lanceros frenó al Cóndor

Ricardo Ferro

El 23 de abril del año 2000 tal vez no termine siendo un día muy especial para la historia, pero para Falcao García, así como para todos los que estuvimos presentes en el Estadio El Sol de la ciudad de Sogamoso, ese día significó el debut goleador de un grande de este deporte.

Recuerdo muy bien que ese domingo fue literalmente de ‘resurrección’, no solo porque nuestro equipo (Lanceros) logró su primer triunfo en la temporada, sino porque además esa semana coincidió con la Semana Mayor.

Tampoco olvido mi propio ‘viacrucis’, por cuenta del papeleo que tuve que hacer ante la Dimayor para poder jugar ese domingo. Un entrenamiento estaba en el equipo titular, al siguiente en el suplente, hasta que por fin el gerente deportivo le informó al entrenador Hernán Pacheco, que podía alinearme.

El sábado por la tarde nos concentramos y al día siguiente después de la charla técnica y un almuerzo ligero, siendo aproximadamente las tres y media de la tarde ya entonábamos el Himno Nacional en el Estadio.

Como olvidar el morbo que despertó el hecho de que el primer gol fue de penalti tras una mano que le valió la expulsión a un rival y ex compañero nuestro (Jorge Herrera).

Infortunadamente, del segundo gol del equipo, es decir el de Falcao, no hay registro gráfico, periódicos de la época apenas lo reseñaron. Se trataba de un insipiente torneo de Primera B, con uno o dos equipos descendidos de la ‘A’ que eran los ‘bichos raros’ que tenían cubrimiento por parte de los noticieros de televisión.

Al final ganamos dos a cero y ese se convirtió en el único gol que hizo Falcao en un partido oficial a nivel de clubes en Colombia.

El 10 de febrero, el hoy delantero del Mónaco cumplió 31 años. Ya no es el niño que debutó hace mas de tres lustros, pero no me cabe la menor duda que tiene además condiciones, las ganas y el liderazgo que necesita nuestra selección para clasificar al próximo Mundial.

¡Felicitaciones goleador!

Saque de Banda: Dentro de los mejores goles de Falcao, hay uno que tiene algo muy especial: el consejo de un padre que hizo todo lo posible para que su hijo lograra cumplir sus sueños.

Ese padre fue Radamel García, quien llegaba siempre a los entrenamientos, bien fuera en calidad de entrenador o como asistente técnico, con el baúl de su carro lleno de balones, conos, cintas, petos y no dejaba de repetir un ejercicio que consistía en hacer una pared con él, recortar hacia el centro y patear al segundo palo. Cuando alguien hacía gol le decía con su marcado acento samario: “muy bien, muy bien, ese balón no lo cogen ni los mejores arqueros del Mundo”.

Hace algunos años Petr Cech y todo su palmarés en la final de una Supercopa entre Atlético de Madrid y Chelsea trató inútilmente de atajar una pelota pateada por Falcao de la manera en que su padre insistía en que se debía hacer, pero no pudo, porque definitivamente “ese balón no lo cogen ni los mejores arqueros del Mundo”.

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