Santos y sus otras descertificaciones

Ricardo Ferro

Colombia está ad portas de volver a ser descertifica. El país se ha convertido en los últimos años en un mar de coca. De acuerdo con cifras de la ONU, en 2016 nuestro territorio tiene 146 mil hectáreas de sembrados ilícitos. Y un dato adicional: el 90% de la cocaína que se consume en Estados Unidos procede de Colombia.

Pero al margen de ese tema, el gobierno de Santos merece muchas descertificaciones adicionales.

Debe ser descertificado en materia de transparencia. A menudo le estallan escándalos de corrupción, que van desde una compra de almendras y cortinas en Palacio, hasta las multimillonarias obras de infraestructura entregadas a Odebrecht.

El mandatario merece ser descertificado igualmente en el manejo de los temas económicos. En el segundo trimestre de este año la economía creció solo el 1,3%, una cifra vergonzosa para un país en desarrollo. El desempleo es galopante, así el Dane diga que tienen trabajo los vendedores de dulces y los muchachos que se paran en los semáforos a hacer acrobacias.

Y ni qué decir de la descertificación que merece el jefe de Estado con el Tolima. Se burló de nosotros cuando dijo que se comprometía a que los juegos nacionales de 2015 en Ibagué serían los mejores de la historia. Y sí que lo fueron, pero en corrupción. Se los robaron, no los pudimos celebrar y nos dejaron sin escenarios deportivos. El acueducto complementario está en veremos. Santos se echó para atrás con los recursos con los que se comprometió y una solución integral va a quedar reducida a unas ‘obritas’ que difícilmente tendrán algún tipo de impacto. En pleno siglo XXI, Ibagué sigue siendo una de las poblaciones con mayor recurso hídrico, pero también una de las que más problemas de agua potable tiene.

En cuanto a la participación de tolimenses en el alto gobierno, ésta ha sido casi que inexistente. Una ‘palomita’ a Alfonso Gómez Méndez en el Ministerio de Justicia. Otra más a Alfredo Bocanegra en la Aeronáutica. Y por allá, en los albores de su gobierno, acudió a su credibilidad heredada (la cual poco a poco fue perdiendo) para vender al ‘bogotanísimo’ ministro Juan Carlos Echeverry como nuestro paisano. De resto nada. Eso sí, cada vez que ha pasado por el Tolima e Ibagué, Santos ha sido riguroso en algo: promesas y más promesas.

Los temas urbanos, fundamentales por demás, fueron relegados por cuenta de las negociaciones ‘pro Nobel’ y el odioso centralismo que ha operado en este gobierno. Solo aquellas ciudades que cuentan con recursos propios han podido mostrar avances significativos. Otras, como Ibagué, a estas alturas, tienen más problemas de los que tenían hace ocho años en aspectos prioritarios como la movilidad, los servicios públicos, la seguridad y la salud.

Así las cosas, no solo el gobierno de los Estados Unidos va a terminar descertificando a Santos. Los tolimenses y los ibaguereños también. Y es que difícilmente se podrá encontrar, hacia delante o hacia atrás, un presidente que se haya portado tan mal con la ‘Tierrita Firme’ como Santos, el otrora candidato de la prosperidad.

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