Nunca estamos preparados

Cuando el santandereano Florentino González, ministro del General Tomás Cipriano de Mosquera, impulsó la ley de libre cambio en la Nueva Granada, los artesanos se sintieron perseguidos y organizaron las célebres sociedades democráticas con el fin de impedir la ejecución de la norma.

González había conocido en Europa el mundo moderno de la banca, el comercio y la industria y pretendía convertir su país en algo parecido. Según dice un contemporáneo, quería cambiar la economía del alpargate, la ruana y la chicha por el moderno mundo financiero. Pero, según dicen algunos economistas, la Nueva Granada no estaba preparada para estas novedades.

Años después los radicales intentaron hacer algo parecido y las fuerzas contrarias a este modelo económico, formadas por los terratenientes y el clero, acabaron con ese nuevo sueño. Algunos autores dicen que la Constitución del 63 era para ángeles y que Colombia no estaba preparada para su desarrollo.

Y ya en el siglo 20 el gobierno de César Gaviria estableció la célebre apertura económica, con todos sus aspectos positivos y negativos; también trataba el dr. Gaviria de modernizar a Colombia y poner al país a la altura de las sociedades modernas. Pero había un problema: para que se desarrollaran las importaciones y exportaciones, nuestro país debía tener una infraestructura moderna y tener capacidad para competir. Colombia no lo había hecho ni lo hizo. También dijeron que nuestro país no estaba preparado para dicha apertura.

Ahora, con el célebre TLC ocurre lo mismo. Se trata de que Colombia entre a competir con el mundo, pero infortunadamente no tiene la infraestructura necesaria para ello. Vamos a competir con caminos de herradura contra autopistas y con trochas contra ferrocarriles modernos. Otra vez no estamos preparados.

Credito
GUSTAVO GALVIS

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