La paz de los sepulcros

Gustavo Galvis Arenas

La violencia ha sido un común denominador en nuestra historia. La conquista española fue particularmente un acto de violencia, los soldados ibéricos masacraron a las comunidades indígenas rebeldes. 
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Años después los criollos se rebelan contra el imperio y la guerra es especialmente sangrienta. Bolívar y Santander disfrutan de la nueva época y organizan la república. Más tarde surgen dos grupos antagónicos los gólgotas y los draconianos. Seguidamente se enfrentan, a veces con violencia, federalistas y centralistas. Finalmente ganan los centralistas y el país tiene que soportar la guerra de los mil días. Viene la hegemonía conservadora, no exenta de violencia. A los treinta años el liberalismo conquista el poder, con el gobierno de Enrique Olaya Herrera. 

De nuevo el conservatismo conquista el poder con los gobiernos de Ospina Pérez y Laureano Gómez. La tragedia vuelve al país y los campos y las ciudades se llenan de miedo. La pugna entre liberales y conservadores convierte al país en un escenario de dolor. Es ahí cuando surgen las guerrillas que se convierten en un elemento importante de la política. 

Aparece entonces, el general Gustavo Rojas Pinilla, quien inaugura una época de paz y tranquilidad. Pero pronto la corrupción y el enfrentamiento se apoderan del país. La caída de Rojas Pinilla inicia un periodo de paz entre los partidos que se llamó Frente Nacional. Pero pronto volvió la pugna política entre los colombianos. Pero esta vez con nuevos ingredientes como el socialismo y los frentes guerrilleros. 

El marxismo que había iluminado varias generaciones pierde proyección. La Unión Soviética acaba con el socialismo de origen marxista y aparece Rusia con ideales de una organización capitalista. La oposición en Colombia cambia de rumbo porque ya el paradigma ha terminado. La violencia continua especialmente en los territorios apartados. Se desmoviliza el M-19 y hay un acuerdo de paz con las Farc. Pero desafortunadamente la violencia no ha cesado y los enfrentamientos continúan. 

Por estas razones creemos que desafortunadamente no ha llegado la paz total a nuestros campos y ciudades. Es necesario que se desarmen los espíritus y surja una nueva forma de vida adornada de solidaridad, trabajo y aspiraciones en la conquista de un país mejor. Infortunadamente el ejemplo no es bueno porque hay violencia en Venezuela, Perú y en un país que era ejemplo para la democracia como Chile.

Allí donde reinan la quietud y la meditación, no hay lugar para las preocupaciones ni para la disipación. Francisco de Asís. Religioso.

GUSTAVO GALVIS ARENAS

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