Muchos pobres

Llama la atención que la polémica que generaron las declaraciones del Vicepresidente sobre la medición de la pobreza haya desviado la atención hacia la metodología para medir la pobreza

y no se haya destacado que en los últimos ocho años se redujo considerablemente el número de personas que viven en la extrema pobreza, o que a pesar de ese esfuerzo e independientemente de la metodología que se utilice, todavía hay demasiadas personas que viven en esa precaria condición (el 12.3 por ciento de los colombianos si se usa la nueva metodología, y 14.76, con la antigua).

Para llegar a esas cifras se calcula el nivel de ingreso que permite a un individuo adquirir una canasta de alimentos que contiene las calorías y los elementos nutritivos que recomiendan la FAO y el Instituto de Bienestar Familiar como mínimos. Las personas que tienen un nivel de ingresos inferior al calculado, que es de 87 mil 670 pesos en las principales ciudades, y 83 mil 581 pesos, en promedio, las que se considera que viven en extrema pobreza. El Vicepresidente opina que este nivel de ingreso es muy bajo y que subestima el número de personas que viven en esa condición. Esa es una opinión respetable.

Pero no es una opinión constructiva y minusvalora un trabajo serio de un equipo técnico compuesto, en su mayoría, por jóvenes a quienes le des duele el país tanto o más que a Garzón, están genuinamente comprometidos “con el objetivo de acabar con la pobreza extrema en Colombia”, y han propuesto una media que refleja correctamente una situación indeseable y precaria como es la de tener que vivir con tan pocos ingresos que escasamente alcanzan para consumir los alimentos mínimos que se necesitan para sobrevivir. La medida no es perfecta, pero es suficientemente buena para lo que se utiliza, que es para monitorear, año tras año, el resultado de las políticas que supuestamente se adopta para erradicar la pobreza extrema. Me atrevería a preguntar al Vice y a los medios que le han hecho eco y que se han divertido tanto burlándose de los técnicos del DNP si no sería un logro maravilloso que al final de otros ocho años, en 2018 no hubiera ninguna persona en nuestro país con ingresos inferiores a los que le permitirían comprar la canasta mínima que recomiendan los expertos.

Eso no significaría que se habría acabado la pobreza, pero sí una de sus manifestaciones más extremas y más repudiables. El conocido economista Amartia Sen ha logrado que el mundo entero acepte que las causas de las hambrunas son políticas. Es hora de reconocer que la pobreza extrema no se puede tolerar y que la principal razón para que subsista es la incapacidad, la corrupción o la inconsciencia de los dirigentes. Si Garzón y sus corifeos en los medios de comunicación sienten tanta empatía por los pobres, como han manifestado, su deber es tratar de orientar las políticas para que en 10, máximo 15 años no quede nadie en Colombia viviendo en condiciones de pobreza extrema. Si quieren alcanzar este objetivo utilizando otra medida que incluya un mayor número de gente en esa condición, deben tener en cuenta que ya es enorme el esfuerzo de sacar a cinco o seis millones de personas de la pobreza extrema, como la define el DNP.

Hernando José Gómez dijo al diario El Tiempo, recientemente, que el Gobierno se propone disminuir el número de pobres en dos millones durante esta administración. Con ese ritmo, si el esfuerzo se orienta a favorecer a los más pobres, se podría acabar con la pobreza extrema en 2020. Este debería ser el propósito nacional prioritario.

Credito
RUDOLF HOMMES

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