Moda y desarrollo

Moda para el Desarrollo permite a la gente permanecer cercana a sus raíces, pero no los anima a permanecer en el atraso.

El desfile de modas que presentó la Secretaría de Desarrollo Económico de Bogotá, con lujo de colores y de forma,s en la Plaza de los Artesanos de esa ciudad, el jueves pasado, fue concebido y dirigido por Bibi Russell, diseñadora de Bangladesh, que fue supermodelo en los años 80 hasta el principio de los 90, de las principales casas de moda del mundo y de revistas como Vogue, Marie Claire y Cosmopolitan.

Ella dejó todo esto y regresó a su país a fundar su propia marca. Su trabajo con artesanos en Bangladesh la ha llevado a proponer y a aplicar el concepto de Moda para el Desarrollo, que la ha hecho famosa y le ha permitido convertirse en una poderosa agente para el desarrollo en su patria y en varios otros países, por ejemplo en la India, en Dinamarca y, ahora, en Colombia, donde ella empezó a trabajar en mayo de este año, contratada por esa Secretaría Distrital para inspirar a los artesanos de la región y mejorar su productividad.

Ese concepto se basa en el rescate y la preservación de artes y oficios artesanales tradicionales, fortalecidos con técnicas modernas aplicadas a la manufactura de telas y confecciones de moda de consumo global.

Esta visión le llamó la atención al anterior director de la Unesco, Federico Mayor, quien la apoyó para extender el alcance de sus actividades a otros países y patrocinó su primer show de moda prêt-a-porter en 1996, en París, en la sede de esa organización, donde se pudo apreciar las preciosas telas de Bangladesh y conocer sus métodos de teñido y producción, que están en armonía con el medio ambiente.

Desde entonces, la organización de Bibi en su país y sus exportaciones han crecido hasta emplear continuamente a 35 mil artesanos cuyas familias dependen casi exclusivamente de la demanda continua que se canaliza a través de ella.

El rescate de estos oficios ha brindado a los artesanos una oportunidad de oro para mejorar sus calificaciones y métodos de producción, desarrollar una actividad autónoma, sostener a sus familias, alcanzar independencia económica y crear un entorno y un futuro prósperos. Moda para el Desarrollo ha abierto una puerta para rescatar a los artesanos pobres utilizando buen gusto y creatividad, enriqueciendo y preservando métodos de producción que estaban amenazado o a punto de extinguirse y enalteciendo esos oficios. La filosofía ha evolucionado como alternativa para empoderar a los artesanos para que utilicen su talento, que es parte de la tradición cultural de sus países y de sus regiones, y preserven un modo de vida digno y autóctono sin dar la espalda o entrar en conflicto con la modernización y con la globalización.

Moda para el Desarrollo permite a la gente permanecer cercana a sus raíces, pero no los anima a permanecer en el atraso. Les enseña cómo adoptar métodos masivos de producción, a simplificar tareas, división del trabajo, diseño y selección de colores de última moda, técnicas de producción y de mercadeo para que sus productos sean competitivos y su trabajo sea sostenible. El mercado en donde se ha establecido es el de consumo masivo de ingresos medios y altos, que es el más estable, y su objetivo permanente es crear y mantener vínculos armoniosos entre la tradición y la modernidad. Es una fórmula aplicable a muchas actividades que tiene sentido y cuenta con extraordinarios resultados para mostrar. Ojalá lo que se ha hecho en India y Bangladesh se repita ahora en Colombia.

Credito
COLPRENSA

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