Hay que enfrentar la desigualdad ahora

El desempleo, que subió otra vez al 11.9 por ciento, afecta masivamente a los más pobres y no tanto a los demás.

El ingreso por habitante de Colombia creció de USD$2.400 a USD$6.000 en el decenio transcurrido entre 2000 y 2010. Según el DNP, este crecimiento, que también fue apreciable para el ingreso por habitante ajustado por paridad del poder adquisitivo, fue superior al promedio de América Latina. Sin embargo, fue inferior al de Brasil, que con Lula se quitó de encima el INRI de ser el país con la peor distribución del ingreso en el continente, y a los de Argentina y Venezuela.

En Colombia, el gasto social se duplicó como porcentaje del PIB entre 1994 y 2010. La pobreza cayó de 49 por ciento en 2002 a 17.6 en 2010, y la pobreza extrema de 17.6 por ciento a casi el 12 en el mismo período, nivel exageradamente alto. En parte por eso mismo, y a pesar de estos esfuerzos, Colombia es el país con mayor desigualdad en la región.  

El 55 por ciento de los trabajadores colombianos gana salario mínimo o menos, y el 47 gana menos del salario mínimo. Este es 50 por ciento inferior al de Venezuela, muy inferior al de Argentina, y menor que el de Chile y Brasil. Es mucho mayor que el de México y debe estar cercano al promedio de la región.

El desempleo, que subió otra vez al 11.9 por ciento, afecta masivamente a los más pobres y no tanto a los demás. En 2010, la tasa de desempleo total era del 11.8 por ciento, pero la del quintil más bajo era del 15.7. Estas cifras esconden que casi todo el desempleo se concentra en los niveles más bajos de ingreso. El desempleo del quintil  más bajo era 9.4 veces el nivel de desempleo promedio de los otros cuatro quintiles que era 1.66 por ciento, y casi cinco veces el  del segundo quintil (3.39 por ciento). Esta desigualdad en las condiciones de desempleo es, quizá, una de las causas más importantes de la desigualdad. Esto puede ser algo que políticamente es transitoriamente tolerable, porque los pobres no participan poco, pero una sociedad moderna no debe soportar esos niveles de desigualdad sin hacer algo al respecto.


Las tasas más altas de desempleo afectan a los trabajadores menores de 24 años y, entre ellos, a los más pobres y a las mujeres. La tasa de desempleo de las mujeres es ochenta por ciento superior a la de los hombres. El desempleo se concentra en la población menor de 25 años, cuyas tasas de desempleo son más que el doble del promedio de la economía. Estos jóvenes también son los más afectados por salarios inferiores al mínimo. Entre los menores de 21 años sólo el 9.5 por ciento gana salario mínimo o más. El 59 por ciento de los jóvenes entre 20 y 24 años gana menos del mínimo.  


A medida que aumenta la edad hasta los 50 años también lo hace la proporción que gana mínimo o más, pero no baja de 46 por ciento. El salario mínimo legal es, entonces, un rey de burlas que no está cumpliendo con su cometido y que le sirve a la sociedad principalmente para matizar su culpa y a los líderes sindicales para justificar su oficio, sin tener que afrontar la realidad de una desigualdad abismal. Pero no beneficia a los más pobres, a los más jóvenes, a los mayores, ni a las mujeres (para no decir algo de los empleados del campo que son o menos beneficiados). El desempleo parece ser el principal agente de desigualdad en la sociedad colombiana y debe ser el foco de la política social (Continúa).


Colprensa

Credito
RUDOLF HOMMES

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