Crisis y oportunidades

Aquí, la propuesta de abrir la puerta y traer gente educada de distintas disciplinas no fue respaldada por la Cancillería ni por los expertos en relaciones internacionales. Algunos de ellos me sorprendieron con sus prejuicios.

El desempleo de jóvenes capacitados en Europa, particularmente en España, Portugal, Italia, Grecia y algunos países del suroriente europeo, es dramático. Hay varios millones de desempleados entre jóvenes que tienen más de 20 y menos de 25 años de edad. No encuentran empleo ni en sus países de origen ni en los que están menos afectados por la crisis europea.

Un periódico de Frankfurt, Alemania, habla de los muchísimos jóvenes italianos, españoles y portugueses que han ido a esa ciudad en busca de oportunidades y solamente han encontrado empleo temporal de baja calidad, ocupando la mayoría de ellos su tiempo en cafés y en academias de alemán.

Como en anteriores ocasiones, cuando hay problemas de desempleo o de represión en Europa, la gente piensa en emigrar a América. Venir a Suramérica a buscar fortuna es una opción que están considerando los jóvenes españoles y portugueses. También, como en el pasado, Colombia no es el destino más destacado, no solamente porque todavía se percibe como un sitio de alto riesgo, sino porque tiene restricciones legales a la inmigración, que son mayores que las de otros países y no hay conciencia de que es el tercer país en tamaño en América Latina, ni de la escasez de jóvenes bien calificados que padece el país en las ramas técnicas, en ciertas ingenierías, en oficios vinculados a la tecnología y a la maquinaria pesada y en las artes y ciencias. Otras personas ya han presentado propuestas al Gobierno de crear un programa para promover la venida al país de jóvenes capacitados que no han recibido atención.

Durante el gobierno de César Gaviria se intentó que se invitara a profesionales de Europa oriental, después de la caída del muro de Berlín, a establecerse en Colombia. Los países que lo hicieron se beneficiaron significativamente, notablemente Israel, que admitió un par de millones de profesionales rusos y de países socialistas, experimentó un auge sin precedentes de su economía y dio un brinco tecnológico, cuyos frutos todavía está recogiendo. Aquí, la propuesta de abrir la puerta y traer gente educada de distintas disciplinas no fue respaldada por la Cancillería ni por los expertos en relaciones internacionales. Algunos de ellos me sorprendieron con sus prejuicios. El uno se oponía porque iban a venir chinos, otros y otras porque provenían de países comunistas. También hubo muchas expresiones de chauvinismo nacionalista. Algunos embajadores en Europa activamente sabotearon lo poco que se trató de hacer. En una de las reuniones que tuvieron lugar para discutir el programa, el presidente Gaviria preguntó exasperado si los que presentaban objeciones lo hacían por el temor de que fueran a venir “putas, guerrilleros o narcotraficantes”.

Finalmente, no pasó mayor cosa y se perdió la oportunidad de haber traído un par de centenares de ingenieros y de científicos desocupados (en Alemania hay muchos ejemplos de profesores que tuvieron que volverse empresarios a la fuerza y hoy son millonarios). Las orquestas de música clásica se beneficiaron y también las pocas universidades que se avisparon, aunque sometidas a todo tipo de trabas por parte de la Cancillería.

Esto ya había sucedido entre 1933 y 1950, cuando Colombia, por antisemitismo y temor al comunismo, ahuyentó a las hordas de refugiados europeos que buscaron establecerse en la región. Entre los pocos que se filtraron, estuvieron los que fundaron la antropología, la sociología y la historia, los que crearon industria nacional y unos pocos artistas, intelectuales y músicos que enriquecieron el enrarecido ambiente cultural nacional. Hoy ha reaparecido la oportunidad de atraer jóvenes educados de Europa. Ojalá la Cancillería atienda las propuestas que le están haciendo y no deje perder nuevamente esta posibilidad.

Credito
RUDOLF HOMMES *

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