¿Qué pasó con...

En un momento cuando la atención del Gobierno debería estar centrada en la economía, que no crece lo suficiente, en generar confianza y evitar que la economía nacional, después de todo, deje de crecer, el Gobierno parece haber sido afectado por una parálisis cerebral.

En una sección de la revista Semana, con el mismo título de este artículo, se describe qué ha pasado con personas destacadas que no han vuelto a sonar. Sería oportuno que en los próximos números dedicaran este espacio a la mayoría de los miembros del gabinete. Del Ministro de Hacienda no se ha vuelto a saber nada y el DNP parece acápite, a pesar de que la economía está en plena desaceleración. En Salud nombraron a una persona con una carrera destacada tras de sí, lo que produjo entusiasmo y creó expectativas hasta ahora insatisfechas, porque desapareció desde que asumió el cargo. La Ministra de Educación podría haberse ido de vacaciones desde que se hundió el proyecto de reforma de la educación superior.

La Canciller, otrora estrella del gabinete, solamente sale en las columnas de quienes la atacan por su proximidad afectiva con otros gobiernos de la región e injustificadamente la desean tumbar para poner en su lugar al actual Ministro de Comercio Exterior, uno de los pocos ministros que dan señales de vida, aunque el ritmo de crecimiento de las exportaciones ha pasado de ser superior al 50 por ciento el año pasado, a crecer alrededor del uno por ciento en la actualidad. El zar del TLC parece estar en el exilio, precisamente cuando la economía de los Estados Unidos se está reinventando y se necesita concebir la mejor forma de sacarle jugo al tratado en ese escenario.


Del Ministerio de Minas solamente se escucha algo cuando bajan la gasolina o ponen a circular rumores de que van a poner a un político en la presidencia de Ecopetrol, como si todavía fuera una empresa estatal. Salieron de un excelente ministro de Transporte, que sacrificó su imagen para comenzar a poner orden en el sector, y lo reemplazaron por alguien seguramente muy eficaz, que ha permanecido en la sombra, a pesar de que supuestamente venía a cambiar el ritmo de la construcción de obras civiles, actividad que, según destacan informes recientes, decreció en el primer trimestre del año.


En Agricultura no parece haber movimiento y en Comunicaciones no se sabe. El Ministro de Vivienda había estado muy activo promoviendo su programa de vivienda, pero ahora está dedicado a defenderse. El ministro de Defensa ocupa un lugar central y si lo hay, es virtual. Los del Interior y Justicia estuvieron sobreexpuestos, pero no por sus ejecutorias sino por sus equivocaciones.


En un momento cuando la atención del Gobierno debería estar centrada en la economía, que no crece lo suficiente, en generar confianza y evitar que la economía nacional, que no estaba blindada, después de todo, deje de crecer, el Gobierno parece haber sido afectado por una parálisis cerebral, mientras el país se empantana y la opinión pública concentra su atención en banales rivalidades en la cúpula del poder que son improductivas.


Se rumora que la semana entrante habrá cambios en el gabinete para dar nuevo oxígeno al Gobierno, pero es posible que estos cambios no traigan consigo mejores ejecutivos, sino fichas políticas, porque ya comienza la preocupación por las próximas elecciones.


La ilusión que tuvimos de que en esta administración se iba a iniciar una nueva era se está esfumando aceleradamente, a menos que el Gobierno de un giro audaz y se vuelva a preocupar por los temas que son prioritarios. Ojalá suceda algo este 20 de julio o el próximo 7 de agosto que restituya la confianza y el Presidente saque algún as de su manga para dinamizar su administración, renovar el entusiasmo y retornar a su posición de liderazgo.

Credito
RUDOLF HOMMES

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