Crecimiento: no, pero sí

Las señales que hemos recibido hasta ahora sobre el crecimiento económico no son alentadoras y cuesta creer que este año y el siguiente va a crecer la economía al ritmo que pronostican los voceros oficiales.

Las señales que hemos recibido hasta ahora sobre el crecimiento económico no son alentadoras y cuesta creer que este año y el siguiente va a crecer la economía al ritmo que pronostican los voceros oficiales.

La caída del sector industrial es un problema estructural, no de coyuntura, y requiere de medidas que deben basarse en un análisis que todavía no se tiene, pero que seguramente implicará una canasta de exportaciones industriales distinta a la de hoy, la creación de empresas que fabriquen productos de mayor valor agregado y la apertura de nuevos mercados. 

A pesar de que los resultados del primer trimestre generan temores, hay señales que permiten conservar un moderado optimismo. La primera de ellas es que la tasa de crecimiento del sector agropecuario ha superado tres por ciento por primera vez en mucho tiempo. 

Algo estaba funcionando en el sector para que esto haya sucedido, pero recientemente han ocurrido eventos que van a retrasar la inversión y la producción agrícola. El más preocupante de ellos es la insistencia en ahuyentar al sector privado de la actividad agropecuaria y la inexistencia de un marco jurídico confiable que la fomente. 

El otro aspecto, muy positivo, es que los índices de confianza del consumidor y de su situación económica no han cambiado, no obstante la caída en las ventas de automóviles y bienes durables, y que las expectativas de los comerciantes y de los empresarios no industriales se sostienen altas. 

Las cifras fiscales y el recaudo esperado de impuestos también juegan a favor de un mayor crecimiento, porque aumentan la capacidad del Gobierno de financiar la inversión que ha programado y sostener el ritmo de todo el sector de la construcción con un crecimiento mayor a nueve por ciento en el año. 

Para que lleguemos o superemos cuatro por ciento de crecimiento en 2013 se necesita adicionalmente que el consumo privado aumente más de cuatro por ciento en el año, que la inversión extranjera continúe llegando con el ritmo que trae, que el Gobierno sea capaz de ejecutar sus proyectos, cuyo presupuesto es de $42 billones, y que la minería y los sectores de servicios crezcan por encima del cinco por ciento en el año. 

A esto se oponen, en primer lugar, las autoridades ambientales, que están en plan de parar la minería, el aumento de la cartera mala del sector bancario, que va en ascenso, y será un limitante para el crecimiento deseado del consumo. 

La evolución reciente de los mercados internacionales hará mucho más costosa y menos fluida la financiación del presupuesto de inversión del Gobierno y de las concesiones que prepara la ANI para adjudicarlas muy próximamente. 

No ayuda tampoco el dudoso comportamiento de las exportaciones nacionales a mercados emergentes en países que han experimentado devaluaciones superiores a las de nuestro peso. Con estas perspectivas, el equipo económico no puede estar tan tranquilo como aparenta estarlo. 

Credito
RUDOLF HOMMES

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