Si la izquierda triunfa

Rudolf Hommes

En los círculos empresariales y entre personas que no son de izquierda está progresando el temor de que el presidente Santos va a entregar a una alianza entre Clara López y Gustavo Petro la Alcaldía de Bogotá, y posteriormente la presidencia a Petro.

El Presidente de Colombia tiene mucho poder, pero no suficiente para poder “entregar’ la Alcaldía de Bogotá o la Presidencia. Tampoco tendría sentido que Santos intentara hacerlo porque no lo necesita (la izquierda lo acompaña de todas formas en el proceso de paz); y porque sería como dispararse un tiro en un pie.

Dejaría como legado lo contrario de lo que ha querido construir y sacrificaría las oportunidades de quienes han sido sus leales colaboradores, empujándolos a los brazos de sus enemigos.

Si la izquierda triunfa en Bogotá en las próximas elecciones o en unas futuras elecciones presidenciales, es porque los partidos de centro la dejan triunfar, como lo hicieron con Petro en las pasadas elecciones, porque no tienen líderes capaces de ejercer autoridad, y por exceso de soberbia o de confianza de sus candidatos.

Hacen falta líderes demócratas capaces de defender visiones alternativas de la sociedad, y alguien que mande e impida que las cosas salgan mal por falta de organización. No hay mejor candidato para hacer esto último que el propio presidente Santos, que tendría mucho más que ganar para él y la posteridad si organiza su propia casa, su sucesión, y disciplina a los partidos que lo acompañan, que son mayoritarios en Bogotá, para evitar que se balcanicen y sean derrotados una vez más.

A pesar de haber molido a los poderes establecidos en Bogotá y de haberse consolidado como líder popular, Petro es un tigre de papel y un fracaso como administrador público tal como lo muestra Salomón Kalmanovitz en su columna de El Espectador de la semana pasada. Lo que puede ofrecerle a Colombia es convertirse en otro Chávez, y eso ya no le llama la atención a nadie. La gente está mirando al sur, asombrada con Ecuador. El líder de izquierda al que hay que temer es un Correa local, un déspota inteligente, que no ha surgido. Es un vacío que ojalá ocupara pronto algún demócrata moderado.

James Robinson describía en un artículo reciente, como ejemplo de la falla del estado colombiano en las regiones, la inoperancia de un centro de salud comunal en un pueblo en el Pacífico.

Si no se quiere que eventualmente gane la izquierda o que cuando gane no sea social demócrata, hay que cambiar de rumbo. No se necesita ser de izquierda para entender que la prioridad es darle acceso a los colombianos a los servicios públicos esenciales y a las oportunidades básicas, algo que a los políticos colombianos no les entusiasma. Si la izquierda triunfa, es porque ellos le van a entregar la nación, no Santos.

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