Comportamiento humano y flora intestinal

Son importantes dos aspectos sobre los que es necesario insistir: no usar antibióticos si no son estrictamente necesarios y formulados por el médico y consumir alimentos balanceados en los que se incluyan alimentos prebióticos como el kumis y el yogurt.

El organismo humano es un todo y lo que sucede en un sistema repercute en otro. Recientemente, un grupo de investigación de la Universidad de McMaster, en Canadá, dirigido por el Dr. Stephen Collins, ha llevado a cabo un estudio en donde, por primera vez, se hace evidente que las bacterias que residen en el intestino influyen en la química del cerebro y en el comportamiento. Se sabe que en los intestinos de cada persona viven cerca de dos mil especies de bacterias diferentes que conforman la denominada flora intestinal. Ésta es fundamental en los procesos digestivos, ayudando a la absorción de nutrientes, de síntesis de compuestos derivados de los alimentos, además de proteger contra las infecciones. La flora guarda un delicado equilibrio que, al alterarse por ingesta de antibióticos, por ejemplo, puede causar desarreglos que se manifiestan en enfermedades gastrointestinales.

La investigación de la Universidad de McMaster es de gran importancia por haber demostrado que la alteración de la flora intestinal no sólo se traduce en alteraciones del intestino, sino que afecta la conducta y el comportamiento. El estudio se llevó a cabo en ratones adultos sanos, a los cuales se les administró una mezcla de antimicrobiales, los antibióticos neomicina, bacitracina, y pimaricina en el agua que bebieron durante siete días.

Luego de esta primera fase, se encontró que los ratones presentaron alteraciones de la flora intestinal y un incremento en un factor llamado neurotrópico, derivado del cerebro, y que tiene que ver con ciertas áreas del cerebro relacionadas con el aprendizaje, la memoria, y la motivación, entre otras. El incremento del factor neurotrópico varió el comportamiento de los ratones volviéndose más ansiosos o cautelosos, según fuera el estímulo que se les pusiera. Al suspender el suministro de los antibióticos, las bacterias de los intestinos de los ratones volvieron a su estado normal y, consecuentemente, su comportamiento se tornó en normal y sin signos evidentes de ansiedad.   

Enfermedades como el denominado colon irritable o síndrome del intestino irritable han sido asociadas frecuentemente a la depresión y a la ansiedad. Esta enfermedad se caracteriza por dolores tipo cólico e intolerancia a ciertos alimentos como la leche y algunas verduras.

Otra investigación, esta vez de la Universidad de Ohio (USA), demuestra que el estrés y las situaciones de angustia alteran el equilibrio de la flora intestinal, haciendo prevalecer las bacterias “malas” sobre las buenas, pero además influyendo en el sistema inmunológico. Según el Dr. Michel Bailey, director del estudio, estos hallazgos son una demostración de la dinámica interacción entre los sistemas del organismo, incluyendo la flora intestinal y el sistema inmunológico.  

Las investigaciones mencionadas ponen de presente, una vez más, la importancia de dos aspectos sobre los que es necesario insistir: no usar antibióticos si no son estrictamente necesarios y formulados por el médico y consumir alimentos balanceados en los que se incluyan alimentos prebióticos como el kumis y el yogurt.

Hace 406 años, Don Miguel de Cervantes Saavedra, autor de El Quijote, dijo que “la salud de todo el cuerpo se fragua en la oficina del estómago”. Las investigaciones de los doctores Collins y Bailey así lo comprueban.

Credito
PABLO ISAZA

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