La ciencia, el envejecimiento y la muerte

Cuando en 1865 el escritor francés julio Verne escribió sus novelas ”De la Tierra a la Luna” y “Alrededor de la Luna”, estas fueron consideradas el inicio del género literario de la ciencia ficción.

En 1969 el viaje a la luna dejo de ser ficción para convertirse en realidad al efectuarse el primer viaje aeroespacial tripulado de la historia. En 1962 el científico y escritor Charles C. Clark  publicó  su libro ”Perfiles del Futuro”, en el que planteaba, poco más, poco menos, que por medio de la ciencia todo es alcanzable, postulando tres leyes: la primera dice que cuando un científico experimentado y distinguido afirma que algo es posible, es casi seguro que está en lo correcto. La segunda plantea que la única manera de descubrir los límites de lo posible es aventurarse más allá de ello, hasta lo imposible. La tercera afirma que cualquier tecnología suficientemente avanzada no se diferencia de la magia. El mismo Clark, quien murió en 2008, creía que el ser humano llegaría a la inmortalidad antes de finalizar el siglo XXI. ¿Imposible? Los científicos avanzan cada día en la búsqueda de este anhelo de la humanidad.

Actualmente existe un premio de ciencia llamado “El Premio del Ratón Matusalén” patrocinado por la Fundación Matusalén consistente en distinguir a aquellos científicos que logren alcanzar la mayor longevidad en ratones. Se pretende controlar el proceso de envejecimiento en los ratones y dos décadas después el de los humanos. Se han creado ratones que viven tres veces más su expectativa de vida. Pero no son solo los ratones que son objeto de experimentación. Moscas que viven cuatro veces más y gusanos que alcanzan una longevidad seis veces mayor.


Las investigaciones que apuntan a extender la vida parten de la consideración de no concebir la vejez como una enfermedad incurable y que lleva a la muerte, sino como una enfermedad curable. Científicos han descubierto que las células germinales del organismo, los espermatozoides y el óvulo, no envejecen y se pueden congelar indefinidamente. Sobre las células cancerosas se ha abierto otro campo de experimentación cuando se descubrió que dichas células no envejecen, y crecen de una manera descontrolada hasta acabar con las otras células del cuerpo. El primer descubrimiento sobre la inmortalidad de las células cancerosas se hizo en una mujer (Henrietta Lacks) quien padecía cáncer de cuello. Se le extirparon las células malignas y estas hoy están conservadas vivas en el laboratorio. Los estudio se dirigen ahora a estudiar estos dos ejemplos de células “inmortales”, las germinales y las cancerosas. En 2009, el Premio Nobel de Medicina fue otorgado a dos científicos que descubrieron la presencia de una enzima, la telomeraza, que ayuda a prevenir la degradación y deterioro de los cromosomas que tiene que ver con el envejecimiento y el cáncer.


La posibilidad de que al finalizar el siglo XXI el hombre alcance expectativas de vida de ciento veinte años o más no es ya una ficción. La ciencia está cerca de lograrlo. Entre tanto especialmente para quienes se encuentran en las primeras décadas de la vida el poder llegar a una edad avanzada con excelente salud es una posibilidad real: ejercicio, alimentación sana y no cigarrillo son suficientes. No se requiere más.  

Credito
PABLO ISAZA

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