No se acepta el terrorismo de un lado y tampoco se acepta su provocación ingenua del otro lado

César Tulio Laserna Ruiz

Desde hace mucho tiempo tengo claro que una cosa es la libertad de expresión en público de unas ideas y otra muy distinta la falta de respeto mínimo por las personas que tienen un punto de vista distinto al nuestro. En su momento Rodrigo Lara Bonilla y Luis Carlos Galán Sarmiento, personajes a los que la mayoría de los colombianos quisimos, no tuvieron límites sobre lo que decían en la plaza pública cuando se enfrentaron con Pablo Escobar Gaviria, el mismo que en ese entonces tenía mucho poder y era capaz de cualquier cosa en contra de ellos.

Desde luego que había que enfrentarlo, sacarlo de su grupo político y todo lo que eso significaba. Eso sin retos innecesarios, sin descuidar la seguridad y entendiendo el nivel de peligro en que estaban. Colombia se quedó sin dos importantes compatriotas por que estos no entendieron que una cosa es la libertad de expresión y otra el respeto que se le debe de dar al contrario, sea el que sea, sobre todo si este contrario es de alto riesgo.

Jaime Garzón, al que la mayoría quisimos y hoy extrañamos, con todo su inteligencia superior no supo entender que a las personas de alta peligrosidad no se les insulta y se les ridiculiza. Todos le celebramos su genialidad y su capacidad de poner en evidencia lo que él veía y entendía sobre la realidad nacional. Libertad de expresión sí, genialidad sí, humor sí, pero con unos límites mínimos de inteligencia frente a enemigos muy poderosos.

Eso mismo pasó en Francia, me refiero al medio del que todos hemos oído en estos días, la verdad es que sus directores se pasaron de la raya, en un país desarrollado, con un nivel cultural alto, entraron a ridiculizar a una de las religiones vigentes más importantes de la humanidad, su libro sagrado y su profeta. Eso no es libertad de expresión, no es libertad de prensa, es falta de sentido común y de entendimiento del riesgo que se corría al hacerlo. Se le pude sacar una caricatura al presidente Belisario Betancourt, tal cual como ocurrió en su época, colocándolo desnudo, en cuatro y con un muñeco masculino desnudo simulando ser el M 19, haciendo lo que todos entendemos, con el miembro viril erecto simulando ser la paloma de la paz. Eso les causó risa a unos, desde luego ofendió al presidente y a los suyos. Nadie mataría por eso, el ofendido es una persona de alto nivel intelectual y político.

Sea como sea no era lo adecuado, eso sí si publico a sabiendas de que no había riesgo para la vida del caricaturista y para la seguridad del medio. Por eso digo, sí a la libertad de expresión con respeto, teniendo en cuenta de quién se trata y lo que este pueda hacer en contra. No todo lo que pensamos se puede decir, eso no va contra la libertad de prensa y de expresión, es educación elemental y sentido común dentro de una sociedad global organizada. Siempre debe prevalecer la moderación.

Hay en el mercado una estatua pequeña que muestra al Papa, líder de la Iglesia Católica, haciendo del cuerpo. Eso es algo natural, en esta forma al personaje se le recuerda que es un hombre como todos y a sus seguidores se les dice lo mismo. Eso tiene sentido, es natural y al mismo tiempo ofensivo, sea como sea nadie va a matar por eso. Todo depende de lo que se diga, como se diga y lo que uno sabe respecto de cómo le va a contestar el afectado.

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