Muritis inútil

Varias veces he dicho, en este espacio, que me parece inútil la construcción de muros de contención y otras obras de “mitigación” en la zona del Cañón del Combeima. Lo que hay que mitigar, repito, es el impacto de las personas sobre la cuenca y creo que es mejor invertir lo de un muro, que “protege” a una vivienda, en reubicar a esa familia y a otras cinco o seis con la misma plata.

Varias veces he dicho, en este espacio, que me parece inútil la construcción de muros de contención y otras obras de “mitigación” en la zona del Cañón del Combeima. Lo que hay que mitigar, repito, es el impacto de las personas sobre la cuenca y creo que es mejor invertir lo de un muro, que “protege” a una vivienda, en reubicar a esa familia y a otras cinco o seis con la misma plata.

Ahora, vemos que la construcción de muros se está regando como verdolaga en playa. En la Avenida del Ferrocarril, abajo del Barrio Cádiz, construyeron una mole de piedras que ni siquiera contribuye a la estética de la zona y que no sirve para nada. Es bueno recordar que hace veinte años o un poquito más, se hizo la excavación para esa vía. Y hay que hacer memoria de que, en los diseños, había que construir muros de contención en la mayoría de los taludes. Con buen criterio, aupado por ingenieros cercanos a la obra, se omitió ese gasto. Que demostró, con los años, ser superfluo. Ahora, cuatro lustros después, a pesar de la ausencia casi total de mantenimiento, los taludes continúan allí, sin mayor daño. Lo que hay que hacer, entonces, es darle un tratamiento adecuado de cobertura vegetal a esas zonas verdes, construir los senderos peatonales y las escaleras que hagan falta, limpiar y/o reconstruir los andenes y hacer de la Avenida del Ferrocarril el espacio urbano y humano que Ibagué necesita en esa zona. Que no resultemos, al final de este gobierno, con un gran muro a lado y lado desde la 37 hasta la Policía. Y si un sardinel se daña arriba de la avenida, superen el asentamiento con trabajos de mecánica de suelos, diferentes a los muros.

Cada vez que una quebradita crece, y reclama su cauce, aquellos que viven en sus márgenes se sienten en peligro (con razón) y creen que el estado les debe proteger su pedacito de tierra (sin razón). Lo que la municipalidad debe hacer, en estos casos, es buscar la forma de reubicar a los habitantes de esos predios y demoler y recuperar la ronda de las vías de agua. Si el afectado es inquilino, trasladarlo a un sitio seguro y digno, y al propietario, que no está allí por necesidad insalvable, obligarlo a demoler y a vender el lote al municipio a precio de avalúo catastral, para constituir zona verde. Lo que no tiene sentido, es que la autoridad corra a dar contrato con urgencia manifiesta para construir muros de contención que no solucionan el problema ambiental y de seguridad, pero que sí valoriza el predio afectado a costa del erario.

Otra cosa: Qué lástima que el tráfico vehicular del centro se paraliza. Ha bueno que el anuncio de prohibición de parqueo en las carreras sea efectivo. Ojalá que haya las grúas prestas a retirar los estorbos y estén los policías prestos a impedir el mal estacionamiento en carril izquierdo y solo permitan parar a bajar o subir pasajeros por la derecha.

Credito
JULIO A. LONDOÑO B.

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