La Calle: Sobre la policía

Son dos aspectos por los que me voy a referir hoy a la Policía Nacional en Ibagué. Uno cree que una institución más que centenaria,

sometida al asedio de los “malos” en lo rural y en lo urbano, debe tener un grupo experto de personas que cuiden de la integridad de los policías, mediante el debido ejercicio de la obtención de información que ayude al Estado a combatir al crimen (eso que llaman la inteligencia). Porque no solamente debe existir el espionaje, intervención, seguimientos, etcétera, para salvaguardar al ciudadano y sus bienes, sino que tiene, la policía, que cuidarse a sí misma.

Lo anterior, a propósito del evidente despropósito que se observa, casi todos los días, casi a la misma hora de la tarde, en la estación de servicio de la avenida Ambalá con calle 37, donde se encuentra el transeúnte con que la bomba está llena de motociclistas y demás vehículos de la institución, en el más claro ejemplo de falta de precaución. Cualquier delincuente, armado con una caja de totes, acaba con estos servidores públicos. Alguien, de la DIPOL, RIPOL, SIPOL, o como se llame, debe prever estos descuidos en la operación diaria y evitar que, en Ibagué, suframos de un sangriento atentado a los agentes que tanto admiramos y a quienes agradecemos su trabajo corriendo riesgos por cuidarnos. Pero no los hagan correr más riesgos que los necesarios.


Otro aspecto tiene que ver con el tránsito (o movilidad como dicen ahora) en nuestra capital. No conozco de quién es, exactamente, la responsabilidad por la ausencia de policías de tránsito en la mayor parte de la ciudad durante el día, y por su ausencia absoluta en la noche. Pero sí sé que, ya sea el Alcalde en quien sospecho que recae la responsabilidad, o el Director de la Metib que es el jefe directo de los policías locales, alguno de los dos o ambos deben de tomar las medidas pertinentes con la asignación de presupuesto y de agentes y de medios electrónicos para que haya quién ejerza la autoridad del tránsito en Ibagué. Para que esa función del Estado no sea suplantada por espontáneos en algunos lugares estratégicos.


Y lo digo porque no puede ser que, en ruta tan transitada como la avenida Ambalá en sus tramos en obra, no se vea la presencia permanente de agentes que ayuden a agilizar el tráfico e impidan, con su presencia y acción, que toques minúsculos entre vehículos inmersos en el trancón de las glorietas, paralicen totalmente el flujo vehicular durante períodos que pueden ser tan largos como media o una hora. Estos agentes podrían obligar, en caso de estos mini accidentes, a que los vehículos se retiren a donde no estorben, mientras los conductores se ponen de acuerdo.

Credito
JULIO A. LONDOÑO B.

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