La calle: Parqueo en las calles

Quitaron por un tiempo el estacionamiento de vehículos sobre la Avenida Quinta, la más importante de Ibagué. Y fue tal el lloriqueo de las plañideras del comercio sobre esa avenida, que el Alcalde reculó y entonces decidieron marcar unas zonas permitidas.

Y ocurrió lo que tenía que ocurrir: ahora, el estacionamiento se da, no solamente en las zonas demarcadas (con criterios no muy bien “socializados” como dicen ahora) sino que también se invaden los andenes aledaños, para regresar a la situación anterior y que era tan indeseable, pero ahora con permiso oficial. Falta ver si también con el cobro del consabido canon de ocupación del espacio público.

Como consecuencia de la prohibición anterior, han debido de aparecer nuevos parqueaderos en lotes o edificaciones públicas o privadas. Y la administración ha debido generar estímulos para que los ciudadanos los construyeran o adecuaran y, también, ha debido promover la construcción pública de parqueaderos con los dineros recaudados para tal fin. Eso no ocurrió pero sí se tomaron las calles adyacentes los que explotan el espacio público de manera impune y gratuita. Estos negociantes se apoderan del bien común y, sin presencia de autoridad, montan sus negocios como ya lo he denunciado en ocasiones anteriores.


Pongo un ejemplo. La calle 38 entre las carreras quinta y sexta es una calle de doble vía y relativamente angosta. Al ser de doble vía, uno esperaría que cada carril de la calzada sea utilizada por vehículos que van y que vienen. Pues bien. Ahora, eso es un parqueadero de motos en ambos costados de la calle, primorosamente parqueadas de manera perpendicular a los andenes. De manera que entre las motos ocupan el ancho de un carril y los automóviles deben utilizar el otro carril ¡en doble vía! Si dos automóviles se encuentran de frente en esa calle no pueden pasar, ni el uno ni el otro. Y, además, se deben aguantar la cara de desagrado de los “cuidanderos” de las motos, por el atrevimientos de haber osado pasar por allí.


¿Quién les autorizó el uso privado de la calle pública? Y ¿Por qué, el día sin carro, cuando la autoridad estuvo muy solícita a impedir el tráfico de carros y motos, esa calle estuvo llena de motos?


Yo no soy amigo de las llamadas zonas azules, porque no estoy de acuerdo con que el espacio público sea objeto de negocio alguno. Pero sí creo que la municipalidad debe facilitar que se hagan parqueaderos, exigirlos en número suficiente en las nuevas construcciones, y donde no haya oferta privada, construirlos con los dineros recaudados para el efecto, en negocios públicos o mixtos. Sin perjuicio de que se pueda estacionar en la vía, en ciertos sitios sin congestión, como en los barrios donde las calles no sean estrechas.


Otra cosa. ¿Cuándo taparán algunos huecos, enormes, que impiden el tráfico fluido unos, o que rompen suspensiones y llantas los otros, ubicados en la glorieta del terminal y en la aproximación y salida del puente del Sena subiendo?

Credito
JULIO A. LONDOÑO B.

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