Los Taxis

Recientemente me he referido a la experiencia, muchas veces desagradable, de montar en buseta. La semana pasada expresé mis ideas sobre el inútil Pico y Placa en el centro de Ibagué y la propuesta inadmisible de ampliarlo que presentaron los buseteros y taxistas para su solo beneficio. Hoy opinaré sobre el servicio de taxis…

Recientemente me he referido a la experiencia, muchas veces desagradable, de montar en buseta. La semana pasada expresé mis ideas sobre el inútil Pico y Placa en el centro de Ibagué y la propuesta inadmisible de ampliarlo que presentaron los buseteros y taxistas para su solo beneficio. Hoy opinaré sobre el servicio de taxis…

Un estudio de Bogotá señala que el cinco por ciento de los viajes en carro se hacen en taxi, pero que estos vehículos ocupan el 32 por ciento de la malla vial. Si es más notoria la mancha amarilla en Ibagué que en Bogotá, seguramente aquí ocupen más calles que ese 32 por ciento. ¡Ah bueno que en Ibagué tuviéramos ese tipo de estudios y que sus resultados fueran públicos! Y es que aquí tenemos que hay personas que tienen sus flotas de taxis, que se miden en decenas de vehículos, ¡y que son foráneos! ¿Alguno de ellos, lavador de activos? En lo anterior repito lo que me han dicho varios taxistas cuando uso su servicio. A los empresarios del taxi les interesa maximizar su beneficio y usan sus carros 24 horas al día, mientras que a sus conductores les imponen condiciones laborales abusivas.

Para el chofer, el ingreso personal depende de que haya un excedente de la cuota fija que debe entregar diariamente al propietario del taxi. Para lograrlo, debe realizar jornadas laborales de doce horas o más y hacer todo tipo de peripecias en la vía con el fin de incrementar el número de viajes realizados con pasajero a bordo. En diciembre, nos vacunan con el ‘aguinaldo de navidad’ para el conductor y entre todos los pasajeros le pagamos al conductor el salario extraordinario (prima) que su empleador le niega. El exceso de velocidad, pasarse en rojo los semáforos, cerrar a cuanto vehículo le estorbe, es el pan de cada día y, ¡hay del que se queje!

Reconociendo que hay algunos taxistas (y probablemente algunos dueños) que se esfuerzan por ofrecer un mejor servicio, tenemos que afirmar que los empresarios, junto con grupos políticos aviesos, han causado un caos por la sobreoferta de taxis y por el desorden que imponen en las vías. Como si esto fuera poco, las empresas y propietarios de taxi exigen al gobierno local fórmulas para mitigar ese caos que ellos mismos generaron. Y, además, hay quienes piden que aumenten las horas de restricción vehicular a los automóviles para obligarlos a usar el taxi. ¡Joder! como diría el chapetón.

Otra cosa. ¿Qué tal si el IBAL informara, en su página de internet, el caudal captado y la turbiedad en cada bocatoma? Esto se puede hacer, digamos, cada hora. Y de pronto acompañarlo con un gráfico del comportamiento de esos parámetros en un lapso de semanas. Y, tal vez, agregar a los datos el caudal de agua tratada. A lo mejor, cada mes, agregar datos de agua tratada y no facturada, discriminada en pérdidas de conducción y en fraudes.

Credito
JULIO A. LONDOÑO B.

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