Congestión en la movilidad

Ibagué es una ciudad relativamente pequeña y en la que se puede transitar relativamente rápido, cuando en la vía no se encuentra uno con cráteres añejos y enormes.

Ibagué es una ciudad relativamente pequeña y en la que se puede transitar relativamente rápido, cuando en la vía no se encuentra uno con cráteres añejos y enormes. Hasta hace más o menos pocos años, no había sitios congestionados y los ibaguereños, de andar pausado, creíamos ver demoras injustificadas cuando, en un semáforo y esperando el verde, había una cola que alcanzaba la desesperante longitud de media o una cuadra.

Con orgullo pueblerino, veíamos que a la entrada de Espinal y de Armero, encontrábamos “LA GLORIETA” que nos parecía enorme y hermosa. Tal vez por su reducido tamaño, nunca los conductores de vehículo, en Ibagué, aprendimos a usar como es debido a este elemento mezclador de tráfico.

Hoy, cuando a Ibagué la cruzan varias avenidas, (además de La Quinta entre 25 y La Glorieta), y cuando tenemos semáforos, otras glorietas y puentes elevados, sufrimos el aumento acelerado de trancones en las vías. Y es que, ahora sí, podemos encontrar sitios y horas en donde el tráfico se paraliza. Si Usted se gasta cinco minutos en avanzar 200 metros, está circulando a la fantástica velocidad de 1.67 km/h. Eso no es admisible y requiere que las administraciones del tránsito y de la infraestructura tomen medidas inmediatas.

La primera, para que, mediante el ejercicio de la autoridad evite que los vehículos, mal manejados, estorben a los demás. No puede ser que se permita el pare de busetas, taxis y particulares dentro de las glorietas. Vaya Usted, Secretario de Tránsito, a la glorieta de la 69 o a otras, muchas, y verá de qué le hablo. Al parar allí, a dejar o recoger pasajeros, impiden el flujo vehicular dentro de la rotonda y congestionan, al menos, tres avenidas.

Tampoco se entiende que se permita el estacionamiento en vías que, de suyo, están artificialmente congestionadas. Estoy hablando de la Primera, subiendo a la 15. De sus cuatro carriles, solo funcionaba uno, porque dos eran ocupados por busetas y otro por motos, taxis y tractomulas estacionadas. Los vehículos en movimiento, disponían de un carril. Ahora, también está bloqueado ese carril porque se usa por busetas y taxis que pretenden girar en la 15 e impiden que la mayoría del tráfico siga derecho, subiendo por la primera. 

Son, apenas, dos ejemplos de muchos trancones evitables sin obras, solo con autoridad. Pero, también, hay acciones de mantenimiento de vías que harían expedito el discurrir de los vehículos. Si arreglaran el paso adoquinado en la 15 con 5ª, y en muchas intersecciones que la alcaldía conoce, no tendríamos que comentar sobre la movilidad.

Otra cosa. Las alboradas tienen sentido en pequeños poblados de mil o dos mil habitantes. Pero, ¿qué razón hay para que, en una ciudad como Ibagué, con medio millón de habitantes y tan larga que ya hay más de 200 cuadras, se haga una quema de pólvora al frente de la Gobernación, cuyo único efecto sea despertar a las cinco de la mañana a los habitantes, en tres manzanas a la redonda, y servir de sitio de reunión a diez policías somnolientos y a otros diez funcionarios obligados a asistir? Porque, pueblo, ¡no hubo mucho!

Credito
JULIO A. LONDOÑO B.

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