Planta de leche de Lérida

La tragedia de Armero fue un desastre que ocurrió en 1985. La magnitud del suceso concitó la ayuda de múltiples entidades con el ánimo de paliar el dolor y las necesidades, y con la esperanza de ayudar a que se reconstruyera el tejido social y económico del norte del Tolima. Una de esas ayudas provino del gobierno de Italia que hizo la donación de una planta completa para el tratamiento de leche, que se ubicó en Lérida y que pretendía ser la redención de la ganadería de leche en nuestro departamento.

Los destinatarios de la donación eran y siguen siendo los ganaderos tolimenses, quienes en su inmensa mayoría son minifundistas de cordillera. Por supuesto, por cuestiones prácticas de trámite, el regalo lo recibió Resurgir y, ahí, se perdió el rumbo puesto que la factoría de los ganaderos fue a parar a la desadministración oficial. Resurgir le pasó la propiedad al DRI y, este, devino después en ese leviatán difícil de mover que es el Incoder.

La planta de leche de Lérida, con todas sus facilidades para el acopio, pasteurización y empaque de leches, medio ha funcionado en estos 30 años. El Estado y los gobiernos han demostrado su incapacidad para que esa donación sirviera al propósito del donante. Han pasado por allí diversas administraciones con disímiles modelos y ninguna ha perdurado. La más reciente aventura consistió en la concesión de la planta a la unión entre Coagromur –una cooperativa del municipio de Murillo- y La Alquería – una empresa procesadora y comercializadora de lácteos-, aventura esta que no fructificó, entre otras cosas, porque el proveedor de la leche cruda, Coagromur, no pudo cumplir su parte por las presiones de la insurgencia que impidió la libre empresa en beneficio de algún oligopsonio de compradores en la zona. ¡Vivir para contarla!, diría ‘Gabo’; las Farc defendiendo el capitalismo salvaje.

Desde cuando La Alquería se retiró, el cuidado de la planta ha estado bajo la responsabilidad de su dueño formal, el Incoder, sin que los ganaderos, organizados en el Comité de Ganaderos del Tolima, o en el de Lérida, o en la forma asociativa que sea, se beneficien de esa planta, abandonada, mientras que toda nuestra leche se procesa por fuera del Departamento y la leche que consumen nuestros niños se trae de otras regiones de Colombia. Ojalá me equivoque, pero con la desidia de los funcionarios, es posible y probable que se hayan presentado saqueos a los elementos que conforman la pasteurizadora. ¡Ojalá me equivoque!

Otra cosa: Entró el invierno. Ojalá que los concesionarios asignen cuadrillas, disponibles 24 horas para retirar derrumbes de manera expedita. Buen ejemplo vimos el miércoles, cuando el concesionario correspondiente atendió con presteza un taponamiento en la curva del inútil Viaducto del Tigre, entre Ibagué y Cajamarca.

Credito
JULIO A. LONDOÑO B.

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