Roba pero hace obras

De algún exalcalde y también exgobernador de Ibagué y el Tolima, se decía, con admiración, que robaba pero que al menos hacía obras.

A qué punto hemos llegado que, en temas del erario que es sagrado porque es de todos, se acepta el robo descarado con tal de que el gobernante cumpla una partecita de lo que le corresponde hacer y, con un pequeño porcentaje de los recursos disponibles, construya un par de calles y todos quedar contentos porque “hizo” aunque nunca sepamos (aunque lo intuyamos) qué se hizo el resto del dinero del ente territorial.

Es preciso que los ciudadanos entendamos que no es lícito meter las uñas en el erario. Dijo Darío Echandía “que en política se puede meter la pata cien veces y se saca, pero no se puede meter la mano.” No podemos admitir que haya ladrones administrando lo público. Recordemos, con Antanas Mockus que “los recursos públicos son recursos sagrados.” Cuando a uno le roban una gallina, se pone iracundo y busca justicia a como dé lugar. Pero si vemos que un funcionario roba, no nos importa mucho. Si el robo es en la oficina y consiste en unas hojas de papel y dos bolígrafos, nos parece normal y natural. Y si el robo es de millones de pesos, nos molesta (a veces ni eso) pero no ejercemos ningún control social sobre el delincuente ni exigimos cumplida justicia. Y muchas veces lo admiramos y lo frecuentamos en reuniones públicas y privadas.

Los recursos públicos son eso, públicos. Es decir, que son de todos nosotros. Cada vez que roban al erario, nos roban a todos. Cada vez que se contrata una compra o unos servicios o una obra a precios exorbitantes, el mayor valor nos lo quitan a todos. Cada robo es menos agua en nuestras casas. Cada robo es menos educación a nuestros hijos. Cada robo es menos huecos tapados en la ciudad. Si se hace un contrato por cuatro y medio millardos de pesos y se paga por 18.5 millardos, los 14 de diferencia los pagamos usted y yo. Si aceptamos que Ibagué tiene medio millón de habitantes, el sobrecosto es de $28.000 por persona. Con eso, nos están quitando el salario mínimo de un día y medio a cada uno de los habitantes de la Ciudad Musical.

Otra cosa:Alcalde: No le crea a sus funcionarios y vaya, personalmente, (o mejor, envíe a alguien anónimo, con criterio y de su absoluta confianza) a realizar trámites ante el tránsito. Verá que eso asusta y da rabia. ¿Cómo es posible que, por ejemplo, en pleno siglo XXI no haya un aparato electrónico para manejar los turnos para pagar multas pero sí un tumulto en donde se atiende primero al más amigo o al más fuerte? O, es que ¿la idea es favorecer a los tramitadores y desestimular a los ciudadanos? ¡Haga algo, en esa que parece una cueva de Rolando!

Credito
JULIO A. LONDOÑO B.

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