Una receta conocida, pero poco aplicada

Es frecuente escuchar que la educación es el principal ingrediente para el desarrollo de las sociedades, que es la solución para sacar del atraso a las regiones y que es el mayor acto de progreso del ser humano.

Todo el mundo: políticos, empresarios, dirigentes gremiales, eruditos etc. resaltan la relevancia de la academia y sin embargo son pocos los que aportan recursos concretos para apoyar esta vieja pero probada receta llamada educación.

Un gobierno tan criticado y tan envuelto en escándalos de corrupción como el de Dilma Rousseff, presidenta de Brasil, está implementando una de la medidas más avanzadas sobre el tema, la cual puede marcar un punto de inflexión en el desarrollo de ese país y de paso muestra un camino a seguir en muchos otros lugares y porque no –guardadas las proporciones- en nuestro departamento y sus ciudades.   

Brasil se propuso fuertemente en ir más allá del cliché relacionado y generó una política concreta para becar a 75 mil estudiantes y enviarlos a las mejores universidades del mundo, principalmente a las 10 más importantes de Estados Unidos.

Lo interesante de este programa es la estricta coherencia que deben tener las carreras y maestrías a estudiar con la apuesta productiva determinada por el gobierno, es decir solo pueden formarse en temas en los cuales esa nación quiere desarrollar industria, combatir el desempleo y garantizar ingresos para una o dos generaciones de ciudadanos.  

En la práctica estas becas solo se darán para estudios en áreas con un alto componente científico y tecnológico, sectores señalados por los brasileros como su futuro industrial para seguir el camino de empresas ya exitosas y altamente lucrativas como Embraer -fabricante de aviones-  agroindustriales y farmacéuticas.

Los expertos han realizado completos análisis sobre las implicaciones que este tipo de políticas tienen para el desarrollo concreto de un país y han exaltado ampliamente que un alto componente del éxito que está teniendo países como la China, la India o Corea de Sur radica en el alto número de alumnos que han colocado en las mejores universidades del mundo y han retornado al sector industrial de los respectivos países. (127,000, 100,000 y 72,000 respectivamente).

Es más en la India se obliga el retorno a la región específica por la cual aplicó el profesional evitando la concentración de cerebros en la capital y cumpliendo con la vocación productiva que la región se diseñó.    

Esta política es costosa, pero en Colombia tenemos a la mano la fuente de estos recursos y es claro que el aumento de ingresos por virtud del boom de exportaciones de petróleo, carbón y oro debe tener como prioridad generar una fuente de ingreso y trabajo cuando estos bienes renovables se agoten y que mejor manera que aplicando la traqueada pero poco aplicada receta de la educación.

Adenda: En la pasada reunión del Capítulo de Bogotá de la ADT se ratificó lo que muchos ya sabíamos y lamentamos, y es que por virtud de la ley de regalías el Departamento verá reducido sus ingresos y el monto que se proyecta recibir será inferior al de épocas pasadas, limitando de esta manera la acción en inversión de la Gobernación.

Quedó en el aire un ambiente de alta preocupación que demanda acción concreta y unificada de la bancada legislativa, los gremios y el Gobierno departamental para hacer partícipe al Tolima en proyectos de alto impacto.

Por doble partida salimos perdiendo, ya que para aplicar a los proyectos de regalías a nivel nacional debemos actuar como región con el Huila, Caquetá y Putumayo, alejándonos de la región centro del país donde se mueven proyectos articuladores.

Credito
SANTIAGO LÓPEZ JARAMILLO

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