Sistema de salud colombiano, agrio balance

Wilson Cediel Marín

Pudo pasar inadvertido el hecho de que la fallida reforma a la salud en Colombia del 2013, tampoco se dio en 2014. Después del hundimiento promovido por las organizaciones del movimiento “salud digna” el ministro Alejandro Gaviria optaría por un plan B, hacer la reforma vía decretos. A pesar que actuó en ese sentido, hoy nadie puede concluir que nuestro sistema de salud dio un viraje y va por un camino que redunde en beneficio de los pacientes.

Como se volvió usual en el Gobierno Santos, no se cumplió la promesa. Esto tiene una explicación que se cae de su propio peso, para el ministro, un académico proveniente de la banca y para el presidente, las EPS si funcionan y el sistema es ejemplar.

Pero por otro lado va la realidad, salta a la vista que las EPS no cumplen con los mínimos legales y si permanecen usufructuando lo que los neoliberales sin bochorno llaman, el mercado de la salud. Los Hospitales Públicos hacen fila para intervención, liquidación y cierre. Las Clínicas privadas que se fiaron de las aseguradoras, hoy tienen carteras morosas impagables y el ministerio las conmina a borrar las pérdidas. Las tutelas en salud persisten y los pacientes sufren una ley 100 hecha para los negocios.

Está tan descompuesto el escenario, que algunas Instituciones Prestadoras (IPS) deben hincarse ante las EPS para obtener los contratos y así recibir algo más de 10 mil pesos por cada paciente. Las Empresas Sociales del Estado, es decir los hospitales, son modelo en disputas politiqueras, se emparentan con gerentes de EPS para obtener sus favores y todo ello con el padrinazgo de los caciques regionales. Otras ESE han encontrado la forma de montar negocios privados utilizando el patrimonio público mediante arriendos, concesiones y demás formas jurídicas que les permiten hacer ganancia.

La reciente epidemia de Chikungunya, con más de 74 mil casos confirmados hasta el momento, es otra muestra de que el modelo mercantil de la ley 100, no sirve para prevenir y que las Empresas Promotoras no le aportan a la salud pública. Como ocurre con el dengue, este virus aprovecha la pobreza y las malas condiciones sanitarias de millones de colombianos que no tienen servicios de acueducto, alcantarillado y disposición de basuras. Las propagandas oficiales enfocadas a cuidar a los turistas, no disminuirán el drama de los enfermos.

Con los proyectos de ley 024 y 077/2014 Senado, tanto la bancada oficial como la uribista bajo la premisa “la concepción institucional sigue siendo correcta” pretenden hacerle arreglos al sistema con “medidas de carácter financiero y operativo” ante la evidente crisis y malestar de la ciudadanía. La nueva Unidad Nacional Santo-Uribista en el congreso, defiende su engendro, le hace adornos y persigue cautivar incautos.

Camila Abuabara, de quien hoy todo el país sabe, se debate entre la vida y la muerte, después de que el Ministro Gaviria adelantara un proceso legal para negarle el tratamiento final en los Estados Unidos. No se puede dejar de repudiar la aptitud fascistoide de tratar a los pacientes como números en las cuentas de las EPS y tratar de desviar el debate arguyendo un costo muy elevado que haría insostenible el sistema.

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