Enhorabuena, Argentina

Santiago Martin

El resultado de la votación en el Senado argentino, rechazando la posibilidad de que se aprobara una ley del aborto muy permisiva -ya existe una que permite el aborto en determinados casos, como la violación o el riesgo para la madre-, es una buena noticia para Argentina y para todos. La ley ya había sido aprobada en el Congreso de ese país y ahora el veto del Senado impide que sea hecha pública. Es una magnífica noticia para Argentina, para los defensores de la vida, y para las madres argentinas y los niños que van a poder nacer porque no son víctimas de sus propias madres. El lema de la campaña llevada a cabo por los pro vida –’Salvemos las dos vidas’- ha demostrado su eficacia, pues ha hecho comprender a muchos indecisos que con el aborto no sólo se mataba a un inocente, sino que también algo moría en la propia madre.

Los abortistas mienten al decir que el embrión es una parte de la madre y no es un ser vivo, pero, además engañan a las madres al decirles que el aborto es inocuo para ellas. La madre lo es desde el mismo momento del embarazo y no sólo a partir del parto. Puede elegir entre matar o dejar que viva su hijo, pero no podrá elegir entre ser o no ser madre. Hay que decir también que el sí a la vida se ha logrado con el consenso de muchos.

En primer lugar, los senadores que han votado a favor de la vida, resistiendo presiones de sus propios partidos; merece la pena destacar la labor de la vicepresidenta, aunque el apoyo al aborto ha estado presente en todos los grupos políticos. Los protestantes se pusieron abiertamente a favor de la vida y consiguieron reunir a más de medio millón de personas en las calles de Buenos Aires, lo cual es muchísimo teniendo en cuenta que son una minoría en Argentina, advirtiendo a los políticos que nunca votarían a los que estuvieran a favor del aborto.

Por supuesto, hay que dar la enhorabuena a los grupos pro vida, que se han volcado en estos días y han logrado sensibilizar a la opinión pública. Los obispos católicos, que no estuvieron tan beligerantes en la primera etapa de la votación, cuando se planteó en el Congreso, han sido muy claros ahora; en muchas parroquias y catedrales se han convocado vigilias de oración y la jerarquía ha estado abiertamente apoyando a los que estaban en contra del aborto.

No me cabe duda, además, de que el Papa Francisco ha estado detrás de este apoyo de la jerarquía católica a la vida. Aunque él no se ha manifestado públicamente, quizá para que no le dijeran que se estaba entrometiendo en la política de otro país, aunque él es argentino, estoy seguro de que ha hecho llegar su apoyo tanto a los obispos como a los movimientos pro vida, para que no se rindieran y siguieran luchando.

No hay que olvidar que lo que estaba en juego era la sumisión de un país a los dictados del Nuevo Orden Mundial. El propio presidente argentino, Macri, dio a conocer hace unos días que había sido víctima de presiones por parte de los organismos internacionales para que hiciera posible la aprobación de esta ley. Son estas grandes instituciones que manejan el mundo, las que presionan a los países pequeños y pobres para que aprueben leyes contra la vida, bajo el chantaje de no concederles los créditos que necesitan para su desarrollo o, incluso, como en el caso argentino, provocando una tormenta financiera que llevó al peso argentino al desplome y que hizo que tuviera que recurrir al Fondo Monetario Internacional.

Argentina es un gran país y, con esta votación, ha demostrado su voluntad de seguir siéndolo y de no dejarse someter por presiones externas. Puede y debe servir de ejemplo a otras naciones, de Latinoamérica y del mundo, que sufren las mismas agresiones y chantajes que ella.

Que la Virgen de Luján, su querida patrona, siga protegiendo a esta hermosa nación y a los que defienden la vida y los derechos de los más pobres entre los pobres, los que ni siquiera tienen derecho a nacer.

Fundador Franciscanos de María

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