A modernizar la economía Tolimense

Francisco José Mejía

El año pasado le preguntaron a un magistrado tolimense de una alta corte cuando el fiscal y el ministro de justicia eran tolimenses, que como se explicaba la preeminencia de nuestros coterráneos en el derecho, y él contesto que en el Tolima no había desarrollo empresarial y por eso a los muchachos les tocaba estudiar derecho. No sé si el magistrado entendiera la gravedad de su aserto, pero lo triste es que es verdad.

Algo anda mal con el aparato productivo tolimense: nuestras cifras de desempleo son superiores al promedio nacional, Ibagué ronda el 14%, lo cual la ubica entre las primeras cinco ciudades con más desempleo, el índice de pobreza del departamento es del 28%, también superior al promedio nacional, el ingreso per cápita es más bajo que el nacional y nuestra economía crece casi todos los años a un ritmo menor que el resto del país.

En otras palabras, la economía tolimense no genera suficientes puestos de trabajo ni suficiente riqueza para que la población tenga unos estándares de vida comparables a los de otros departamentos similares.

¿Cuál es el problema? Una inmersión en las cifras del Dane nos dan la respuesta: la economía tolimense tiene un altísimo grado de especialización en un sector agropecuario que poco ha cambiado en los últimos 60 años, medido por el peso que tiene este sector en el PIB departamental con respecto al peso del sector en el PIB nacional (15,8% versus 6.6%), y algo muy preocupante es que en los últimos años el departamento ha venido ganando especialización en el sector de la construcción, que no ofrece estabilidad de largo plazo en el empleo por su condición cíclica.

Las cifras son consistentes con una economía altamente dependiente del sector primario, eso significa que debemos modernizar el campo tolimense encadenándolo con la agro-industria. Proyectos como la planta de aceite de aguacate en armero-guayabal, la planta de procesamiento de mieles en Mariquita, los desarrollos piscícolas o el crecimiento de los cafés especiales en el sur son buenas noticias, pero hay que hacer más.

Los tolimenses debemos exigir la terminación del triángulo del Tolima y planear allí una producción con vocación exportadora y de encadenamiento agroindustrial. El arroz hay que tecnificarlo o buscarle alternativas antes de que lo que Shumpeter llamara la “destrucción creativa” opere vía el TLC, y el cambio sea doloroso. Y es necesario avanzar en la industrialización del Tolima; hay casos de éxito como una empresa en Ibagué que fabrica máquinas empaquetadoras con tecnología de punta y exporta a estados unidos, u otra que hace implementos agrícolas y exporta al área andina. El turismo y la economía naranja en general tienen grandes potencialidades, así como el sector de la salud como lo evidencia la construcción en marcha en Ibagué de la clínica más avanzada de Colombia para el tratamiento del cáncer.

Este reto de modernizar la economía tolimense solo se logra si hay un plan estratégico y una gestión eficiente de atracción de inversión, y lo más importante, una integración del sector público, los empresarios y la academia. Lo triste es que uno no ve a ningún político pensando en esto que es lo verdaderamente importante.

Comentarios