Halloween y la amenaza del confinamiento

Miguel Ángel Barreto

En más de 300 municipios del país se han tomado medidas restrictivas en la fiesta de los niños o mejor conocida como Halloween. La amenaza de un nuevo confinamiento está a la orden de las circunstancias por el crecimiento de casos de Covid-19 y el ascenso evidente en la ocupación de las camas de cuidados intensivos, que para el caso del Tolima supera el 80%. La capacidad hospitalaria está en la línea roja.
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No es un asunto inferior cuidar de nuestros niños y niñas. Si bien nuestros pequeños son menos susceptibles al contagio, sí pueden actuar como eslabones en la cadena de transmisión del virus en medio de la celebración y es innecesario correr tal riesgo en la actualidad, mucho más si en las familias hay adultos mayores.

El llamado respetuoso es a los padres para que no expongan a sus pequeños, a familiares y vecinos, a una mayor expansión de la epidemia. Recordemos que no son los niños quienes organizan las fiestas sino los adultos y que nuestros chicos merecen toda la protección por parte de sus padres o cuidadores. Es mucho más responsable organizar un acto sencillo en casa y al calor del hogar para aportar como ciudadanos a la desaceleración de la epidemia que exponernos en las calles y en medio de aglomeraciones.

Sin embargo, apelando a la sensatez, analizando el comportamiento de la enfermedad y en medio de una temporada invernal que el Ideam ya pronóstico como fuerte para noviembre y parte de diciembre es mejor ir preparando la Navidad y el Año Nuevo con todas las medidas de bioseguridad y cuidados extremos para evitar una hecatombe en el sistema de salud pública.

Comparto con el Gobierno nacional, alcaldes y gobernadores la preocupación existente por lo que será el comportamiento epidemiológico en los próximos meses. El otro temor está asociado al impacto o profundización de la crisis sanitaria en el tejido empresarial. Un nuevo confinamiento podría dar al traste con la mejoría económica del país en los últimos meses, lo que sería inconveniente y letal para algunos empresarios que intentan sobrevivir en medio de esta tormenta.

Las finanzas de la Nación son limitadas, pero se ha hecho un enorme esfuerzo fiscal para garantizar subsidios y fortalecer el Programa de Apoyo al Empleo Formal (Paef) hasta el próximo año. No obstante, el Banco de la República estima una contracción del 7% en 2020 y todas las esperanzas de recuperación están centradas en la aparición y distribución de la vacuna y en ampliar y diversificar el impacto de la inversión pública y privada en 2021. El Presupuesto General de la Nación (PGN) está orientado a sostener e impulsar los procesos de recuperación social y la economía en general. Todo este esfuerzo no puede ser en vano si la responsabilidad social es insuficiente.

No obstante, hablar de conciencia ciudadana pareciera hoy frase de cajón, pero no lo es, la única manera de sobrellevar la emergencia es la aplicación de los protocolos sanitarios en el hogar, en la calle, en el transporte, en el comercio, en el trabajo, en todos los ámbitos de nuestra vida cotidiana. No hay otra manera de contrarrestar la pandemia.

Vemos hoy que el relajamiento de las medidas de protección en el pasado verano le está pasando una costosa factura a países como Italia, España, Reino Unido y Rusia. En Colombia debemos estar preparados para cualquier escenario por adverso que parezca.

No es exagerado, entonces, esgrimir que de la responsabilidad, comportamiento y acciones individuales depende la vida de los demás e incluso la recuperación efectiva de la economía regional y del país.

En todos nosotros está la posibilidad de evitar un nuevo confinamiento que nos deje inmersos en una verdadera noche de Halloween.

MIGUEL ÁNGEL BARRETO

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