Desayuno: El mundo al vuelo

Los viajes al extranjero siempre han despertado el interés de los presidentes colombianos. Debe ser por aquello de "mejorar la imagen internacional del país", porque en lo atinente a la nacional, para ellos siempre estará inmejorable.

Si bien es cierto que la mayoría de los mandatarios ha sabido aprovechar su cuarto de hora para darse una vuelta por el exterior, también lo es que algunos parecieran olvidar que su lugar de trabajo es aquí y no al otro lado del charco.

En 1977, durante el Mandato Claro de López Michelsen, se presentó un caso singular: El jet de la presidencia necesitó ciertas labores de mantenimiento que debían efectuarse en París. Por tal motivo, el aparato fue enviado a la capital francesa no sólo con la tripulación requerida, sino con una lujosa nómina de pasajeros, la mayoría de ellos parientes del Presidente. En honor a la verdad, el mandatario no viajó en esa oportunidad.


Muy mentada fue también la correría de 30 días que en 1979 realizó Turbay Ayala, por diversos países de Europa y América, acompañado de una nutrida comitiva. Este viaje tuvo que hacerse a bordo de una aeronave de línea comercial, alquilada para la ocasión, porque el avión presidencial volvió a presentar fallas.


Para hablar de tiempos más recientes y dejar de lado las evocaciones casi prehistóricas, cabe anotar que siempre ha sido motivo de admiración, la capacidad para volar y volar al exterior que tuvo el Presidente Pastrana Arango. En cambio, debe reconocerse la austeridad de Uribe Vélez a la hora de montar en avión. Él siempre ha delirado es por viajar a lomo de mula o a caballo y, cuando de volar se trata, lo que con más facilidad se le vuela, es la piedra.


Llegamos entonces al actual mandatario. De conservar el promedio de viajes al exterior que tiene hasta el momento, va a superar de lejos a sus antecesores y acumulará tantas millas que, cuando salga del Palacio de Nariño, las podrá redimir con varias vueltas al mundo, y eso sin contar su muy probable reelección.


El reciente viaje a Turquía y Gran Bretaña merece algunas consideraciones: Con todo respeto, Juan Manuel debería saber que uno no llega de visita a criticar la forma como vive o las costumbres que tiene el anfitrión. Y él fue a Ankara, a vaciar a los países miembros del G-20, del cual hace parte Turquía, mandándolos a "poner su casa en orden", como si la suya no estuviera peor de desordenada.


Luego llegó a Londres a echarles en cara a los ingleses que: "Nosotros hemos sido muy efectivos en la lucha contra las drogas, pero aquí las siguen consumiendo". Y tiene razón. Como también la tiene al proponer el debate sobre su legalización. Lo que ocurre es que esas cosas hay que decírselas es a los gringos, y dejar a un lado esa ciega y vergonzosa sumisión ante ellos que de poco le ha servido a Colombia.


Hasta el momento no se ha sabido que en su nueva salida del país, esta vez a Venezuela, Santos haya ido a criticarle a Hugo Rafael, por ejemplo, esa lobísima chaqueta tricolor que usa con tanta frecuencia. Al fin y al cabo entre gustos no hay disgustos, y él debe preocuparse es por obtener tan buenos resultados como los de su penúltimo viaje al extranjero: En Turquía, consiguió que los colombianos podamos entrar sin visa a ese país. Y en Inglaterra, logró algo todavía más importante: La reina Isabel, que no concede audiencias en lunes porque ese día descansa como cualquier zapatero colombiano, hizo una excepción y lo recibió en el Palacio de Buckingham, justamente, el lunes 21 de noviembre. ¿Se le puede pedir más al Presidente?



Credito
ÉDGAR ANÍBAL MOLANO LOZANO

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