Desayuno: El ratón y los rateros

Cuentan los biógrafos que los genios de la humanidad, por esa abstracción en que generalmente permanecen, se vuelven huraños y malgeniados al punto de no tolerar siquiera que se los contradiga. Para poner un ejemplo concreto, podríamos hablar de los grandes exponentes de las ciencias económicas.

Se dice que al escocés Adam Smith, considerado el padre de la economía, cuando se le saltaba el bloque, no había chiritos con qué cogerlo y sus cercanos colaboradores debían pagar escondederos a peso. A peso de esa época, se entiende.

Un aventajado discípulo de Smith es, sin lugar a dudas, el colombiano Juan Carlos Echeverry, actual Ministro de Hacienda. Este genio de la economía nacional es tan preparado como petulante y tan técnico como terco. Nació en el municipio tolimense de Villahermosa, pero, es tal su arrogancia, que estoy por creer que cuando realizaba su PH. D. en The New York University y le preguntaban de dónde era oriundo, contestaba que de Beautifulville.


El doctor Echeverry, que por la forma en que mira a muchos de sus semejantes no parece economista sino bacteriólogo, se puso energúmeno cuando la contralora Sandra Morelli se atrevió a insinuar la necesidad de incrementar los recursos para auditorías, con el fin de que sea el Estado el que tenga el control tanto del pago como del gasto de regalías provenientes del sector minero.


Después de su salida de ropa, Juan Carlos ofreció disculpas a la doctora Sandra y, al menos eso se dijo, limaron asperezas. Pero el Ministro peló el cobre, sobre todo frente a una dama como la Contralora, a la que se la podrán criticar cosas como la compra de la costosa camioneta, de la que nadie volvió a hablar, pero no se le debe dejar de reconocer su interés por proteger los recursos públicos.


Y es que Echeverry, que no tiene un pelo de tonto, debe saber lo que ocurre en Colombia: Las multinacionales mineras nos están tumbando desde hace tiempo. No sólo por lo insignificante de las regalías que se han pactado en el afán de atraer la "confianza inversionista", sino por las marrullas y trampas que esos mimados inversionistas se inventan para evadir impuestos.


Sólo en el tema del oro, el Presidente de Analdex denunció a comienzos de este año algunas perlas: "Se reporta una pureza de oro inferior a la real, para reducir el monto de regalías a pagar". Otras veces, "se infla el precio de la venta, para evitar problemas cambiarios en el momento de reintegrar los dólares". O también, "declaran que el metal exportado proviene de joyería en desuso, y así no tienen que demostrar el pago de regalías".


Lo peor del caso es que, como no hay personal suficiente para vigilar todas las operaciones que ejecutan esas empresas, hay que atenerse a su buena fe en lo que quieran declarar. ¿Eso no es lo mismo que poner el ratón a cuidar el queso?


Como diría el Presidente con su novedosa elocuencia, el Ministro no es ningún pendejo; al contrario, es una de las rutilantes estrellas del gabinete. Por ello no debería olvidar, ya que le gustan tanto las explicaciones didácticas, que cuando el gato no está los ratones hacen fiesta. De lo contrario, puede correr el riesgo de que le pase lo de Simón el Bobito, que "cuando cazaban ratones los gatos, espantaba al gato gritando: ¡Ratón!".

Credito
ÉDGAR ANÍBAL MOLANO LOZANO

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