Desayuno: Vuelos secretos

El Presidente fue a Chaparral y prometió esta vida y la otra. Hay que comprender que le tocó hacerlo porque allá le entregaron algo que indiscutiblemente lo seduce: Un TLC compuesto de Tapa Roja, Lechona y Calentanos. Por consiguiente, no tuvo más alternativa que ofrecer cualquier cosa a sus anfitriones, con tal de retribuir tanta atención.

Hoy que se celebra el Día del Tolima, debemos reconocer que, por lo general, los nacidos en esta tierra hemos sido ingenuos, bonachones y crédulos; comemos cuento fácilmente, nos ilusionamos ante las promesas y nos falta un polo a tierra. Porque eso del escepticismo era en tiempos de Palacio Rudas, que no tragaba entero, pero él hace años no está entre nosotros.

Las ofertas de Santos fueron variadas: Desde compartir la sede de los Juegos Nacionales de 2016 con nuestros muy cercanos vecinos del Chocó, siguiendo con la entrega de una suma de dinero que se invertirá en un nuevo estudio de los otros estudios, ya realizados, sobre la ubicación de la bocatoma para el acueducto complementario de Ibagué, hasta la afirmación de que, ahora sí, se remodelará el aeropuerto de esta ciudad.

Este último tema es el que más llama la atención, porque al respecto se ha prometido tanto, en esta y la anterior administración, que no puede uno dejar de evocar aquella estrofa de la guapachosa canción que dice: "Promesas de cumbiambera, hojas que se lleva el viento, cuando se apagan las velas, se acaban los juramentos..."

Tenemos que convencernos de que los tolimenses no somos de los afectos ni del ministro de Transporte, Germán Cardona, ni del director de Aerocivil, Santiago Castro, y por eso nos vacilan: Primero se dijo que el aeropuerto Perales sería ampliado y remodelado, luego, que se construiría uno nuevo y, ahora, otra vez se dice que el Gobierno nacional garantiza su remodelación y reconstrucción.

¿Al fin qué? Antes se dijo que el aeropuerto Santiago Vila de Flandes serviría como alterno para El Dorado, ahora se asegura que sólo se utilizará como terminal de carga.

Una noticia publicada en este diario bajo el título "Aeropuerto alterno con cartas marcadas", cuenta que en Nemocón, a menos de una hora de Bogotá, un grupo de particulares construye el aeródromo Las Acacias, en un proyecto que, coincidencialmente, se ajusta al establecido por el Gobierno nacional para la terminal aérea que descongestionará El Dorado.

Agrega la información que el trámite para esa construcción, inició un mes después de que la Presidencia de la República y Aerocivil anunciaron que dicho aeropuerto se hará en la sabana de Bogotá.

También se dice que uno de los inversionista afirmó: "Este es un proyecto limpio y cristalino, como todos mis negocios", y concluyó: "Será un aeropuerto deportivo". Por su parte el Director de Aerocivil aseguró que no hay ninguna relación entre uno y otro proyecto. Con sinceridad, ¿qué es lo que pasa?

Yo creo saber la respuesta: Resulta que en la sabana bogotana se disfruta de una ventajosa altura que por aquí, en las pampas tolimenses, no tenemos.

Por tal razón, algunos ciudadanos radicados allá, aprovechan esa privilegiada ubicación, 2600 metros más cerca de las estrellas, para lanzarse a volar en planeo, sin acción de los motores, y así consiguen evadir el control de los radares.


Credito
Édgar Aníbal Molano Lozano

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