Del No a la incertidumbre

Ismael Molina

Economista

Queda uno sorprendido del altísimo nivel de improvisación y falta de grandeza de nuestros dirigentes políticos, más cuando han ocupado el solio de Bolívar y representan una alta proporción de la opinión nacional.

La victoria del No en el plebiscito desnudó ese comportamiento en la dirigencia del Centro Democrático, que nunca tuvo propuestas específicas sobre el manejo de las conversaciones con la guerrilla, que se apoltronó en el argumento fácil y exagerado de la oposición y que ante la evidencia de su “triunfo”, no ha asumido las responsabilidades de Estado que toda la opinión pública hoy le exige.

Sus propuestas, entregadas tan solo el jueves 13 de octubre, en algunos casos son francamente inconvenientes y en otros reflejan la improvisación a que se está sometiendo a la Nación colombiana. Así por ejemplo, la proposición de que solo haya tres y no cinco senadores de las Farc, es apenas una nube de humo para hacer creer que tienen alguna posición sobre el asunto.

En el tema de justicia, es una expresión de total falta de realismo político, proponer a una guerrilla que ha trasegado 52 años de lucha armada y que no ha podido ser derrotada y, en el mejor de los casos, apenas controlada, que haga la paz para entrar a la cárcel, lo cual no pasa de ser una charada. Si se quiere la paz, es necesario entender que tenemos que ceder y estar dispuestos a aceptar acciones públicas y de “justicia”, que en otras condiciones no serían aceptables. Pero aún más, promover que la justicia para la paz se haga a través de tribunales especiales en el marco de la justicia ordinaria, justicia que se ha mostrado totalmente inoperantes, al punto que el 97% de los delitos se quedan en la impunidad, es dejar establecido de antemano la imposibilidad real y efectiva de que no haya justicia y siempre se mantenga expedientes abiertos para chantajear a unos y otros con un proceso judicial de retaliación, con lo que no se generan las condiciones materiales para una Paz estable y duradera.

Probablemente donde más se aprecian las orejas de lobo, por más liebre que se quiera aparecer, es en el tema de la tierra. De manera sutil y casi sin que se note, el Centro Democrático hace una férrea defensa de los “nuevos propietarios de buena fe”, que sutilmente responden a los beneficiarios de las tierras usurpadas a los campesinos desplazados por otras fuerzas ilegales en el pasado reciente o que recibieron los recursos del programa de Agro Ingreso Seguro y que ven cómo su “tierra e inversiones”, pueden ser transferidas a sus victimas de un ayer aún no olvidado.

Este comportamiento llena de incertidumbre a la Nación y los abanderados de la seguridad inversionista, hoy se comportan como los responsables de la incertidumbre, al punto que han sido los empresarios de Colombia, entre ellos connotados amigos del No, los que han salido a solicitar la necesidad de encontrar acuerdos viables y en el corto plazo para sacar adelante no la paz de Santos, sino la Paz de todos los colombianos y que no mantengamos las actuales condiciones, en las que el cálculo politiquero de algunos está arrasando las posibilidades económicas de muchos.

El premio Nobel de Paz para el presidente Santos muestra que los Acuerdos de La Habana fueron suficientes como estrategia para la comunidad internacional y los tribunales internacionales de Justicia, pero son insuficientes para una proporción muy alta de colombianos que no han sabido perdonar a las Farc y a otros actores armados. El espectáculo que damos es el de un país sin brújula y sin dirigentes, que somos solo un país del tercer mundo con una dirigencia incapaz de asumir sus propios compromisos históricos.

Los jóvenes universitarios, en su infinita capacidad de soñar y proponer un mundo mejor, están solicitando que se avance en la concreción del acuerdo. Las víctimas, esas si de carne y hueso, también lo solicitan. Los empresarios llaman a que avancemos. La comunidad internacional da us apoyos tácitos o explícitos para avanzar. Hasta las Farc esperan que avancemos. Solo un grupo de politicastros buscan sembrar la desconfianza y el temor y, aunque parezca cantinflesco, sus prevenciones de ayer pueden ser las soluciones de hoy, como lo son las demandas que hasta una semana antes del plebiscito establecieron por considerarlo ilegal y amañado.

La incertidumbre para avanzar hacia la Paz, planteado en la esfera de la política, hoy empieza a contaminar el ambiente económico. Si la falta de decisión para avanzar se mantiene, la crisis económica que empieza a vislumbrarse, encontrará un terreno abonado para que los que se preveía como el sueño de la paz y el desarrollo se convierta en el lodazal de la incertidumbre y la parálisis económica.

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