¡No hay muerto malo!

José Adrián Monroy

No hay muerto malo, esa es una expresión muy coloquial de nuestra sociedad que cobra mucho sentido después de que una persona fallece, porque generalmente tenemos la tendencia de exaltar las virtudes, cualidades y logros después de que alguien ya no se encuentra terrenalmente con nosotros.

Nos sucedió esta semana con la muerte de Juan Mario Laserna, quien perdió la vida en un trágico accidente de tránsito a sus 49 años, el pasado domingo a las afueras de Ibagué.

El Tolima y el país lamentaron su muerte, y no era para menos, murió una figura nacional, ningún tolimense, al menos que se conozca, tiene la estructura académica que tenía Juan Mario: se graduó de economista con honores en la Universidad de Yale, con MBA de la universidad de Stanford, asesor de política fiscal de la presidencia de la República, consejero económico del secretario general de la OEA, Viceministro de Hacienda, codirector del Banco de la República, Senador y periodista; faltándome muchos más logros profesionales y académicos que han sido referenciados con amplitud a lo largo de esta semana.

¿Por qué los tolimenses nos tuvimos que dar cuenta hasta ahora, de la importancia que tenía este hombre para la región y para Colombia?, ¿Por qué no lo volvimos a elegir senador de la República después de haber sido catalogado como uno de los cinco mejores senadores del país en el periodo 2010-2014 según la revista Dinero, de haber liderado grandes debates acerca de la competencia y monopolio en el sector de las telecomunicaciones, de establecer mecanismos que permitían cazar fortunas en paraísos fiscales, de las gestiones del Conpes del agua para Ibagué, además de su gran preparación intelectual?

Los reconocimientos deben hacerse en vida, debemos aprender a percibir lo mejor del otro, aceptar las virtudes de los demás e impulsarlos a dar lo mejor de sí mismos; no sigamos incurriendo en el error de menospreciar los triunfos de los demás, minimizando sus cualidades y maximizando fracasos.

La muerte de Juan Mario Laserna me deja un sinsabor, porque a pesar de que había hecho mucho, nos deja con la incertidumbre de un futuro exitoso que por cosas de la vida quedó inconcluso, y a su vez, de la oportunidad que perdió el Tolima con su muerte y la oportunidad que también perdimos cuando no confiamos en él.

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