Los ídolos del barro

José Adrián Monroy

Nadie puede poner en duda las capacidades de quién hasta hace unas horas era el Procurador General de la Nación, Alejandro Ordóñez; los resultados que obtuvo al frente del órgano de control que se encarga de disciplinar las actuaciones de los servidores públicos del país, deja una cifra sin antecedentes, en su periodo destituyó a más de 1.500 alcaldes y 82 gobernadores que con severidad, prontitud y escándalo, posicionó al ministerio público como la institución sinónimo de la lucha contra la corrupción y en protagonista del que hacer público colombiano.

Infortunadamente el Procurador incurrió en la ya arraigada costumbre que tienen los altos funcionarios del Estado, de utilizar sus cargos como verdaderos trampolines para ascender o incursionar en la vertiginosa carrera política, fruto de la aceptación que genera la adulación de sus colaboradores y del poder que irradian desde sus posiciones. Poco a poco el Dr. Ordóñez empezó a opinar sobre los temas neurálgicos de nuestra sociedad, con posturas radicales y polémicas, le comenzó a dar un giro a su imagen de jurista y académico a la de un actor político que con vehemencia criticaba diversas situaciones y sobretodo las acciones del Gobierno nacional. Poco a poco los fallos de la Procuraduría General de la Nación eran cada vez más sonados y obedecían al impulso mediático que tuvieran los casos en donde él, fuese el centro de atracción.

Cuando se conoció la decisión del Consejo de Estado, que declaró la nulidad de la elección del Procurador, su reacción no podría ser más acorde a su marcado estilo. Inició su breve discurso con una frase irresponsable e incendiaria: “Se acaba de cumplir el primer pacto de la Habana: la expulsión del Procurador”, como si el Consejo de Estado, siendo la más alta corte de lo administrativo, sucumbiera ante la voluntad del Gobierno y de la guerrilla de las Farc; ¿son entonces, los magistrados, santistas y guerrilleros porque según el ex procurador, fallaron en contra de uno de los principales opositores a los diálogos establecidos en la Habana y que por ende pregona por el No al plebiscito?

Nuestro país, no puede seguir siendo el coletazo que como cual cometa vuela hacia dónde el viento de los intereses personales nos lleve, el Plebiscito por La Paz se convirtió en una pelea de fanáticos ideológicos que escudados en eso, ocultan sus pretensiones individuales y nos convierte en idiotas útiles de sus intenciones: como el expresidente César Gaviria, que hoy es el principal jefe de debate del Sí y que pretende seguir perpetuado en el poder abonándole camino a su hijo Simón, como el vicepresidente Vargas Lleras, que se mantiene tibio en su postura para que eso no le afecte su intención de ser candidato a la Presidencia, como el expresidente y senador Uribe que ha repetido en varias ocasiones que promociona el No y que su partido seguirá en el trabajo por la pelea a la presidencia en el 2018; y ahora se suma el Dr. Ordóñez que como ya lo anunció, “seguirá en la tarea”.

Comentarios