A Dios no lo metan en esto

José Adrián Monroy

El miércoles anterior en la comisión primera constitucional de la Cámara de Representantes, por una votación de 20 en contra y 12 a favor, se hundió la iniciativa de referendo que pretendía someter a consideración de los colombianos la prohibición de la adopción de menores para las parejas homosexuales y para los solteros hombres y mujeres.

Hacía mucho tiempo que, en el Congreso de la República, no se realizaba un debate que tocara un tema con tanta sensibilidad para la sociedad, ni que despertara tanto interés en toda la opinión pública.

La iniciativa del referendo presentada por la Senadora “liberal” Viviane Morales y su esposo, el político en receso Carlos Alonso Lucio, generó una especie de obsesión radical entre quienes se encontraban a favor y en contra de los procesos de adopción que incluyen a homosexuales y solteros, además que no era para menos, la propuesta de referendo iba acompañada de 2.3 millones de firmas de colombianos que la respaldaban.

En el debate hubo argumentos de todo tipo, sexual, filosófico, religioso, de género y psicológico que representaban las posiciones de quienes creen que permitir que una pareja homosexual adopte a un niño o niña es un total exabrupto y de los que piensan que esta clase de acciones es el fruto de una sociedad cerrada, homofóbica, que oprime a las minorías y que se rehúsa a la modernización y al cambio. Desde luego, todas las razones son válidas a la hora de discutir asuntos como este, pero creo que se equivocan al dejar de lado un elemento esencial y que debe ser protagonista de primer orden en la discusión, los niños.

El artículo 44 de la Constitución Nacional establece: Son derechos fundamentales de los niños: la vida, la integridad física, la salud y la seguridad social, la alimentación equilibrada, su nombre y nacionalidad, tener una familia y no ser separados de ella, el cuidado y amor, la educación y la cultura, la recreación y la libre expresión de su opinión. Serán protegidos contra toda forma de abandono, violencia física o moral, secuestro, venta, abuso sexual, explotación laboral o económica y trabajos riesgosos... Por lo tanto, más allá de pensar si la iniciativa está en contra de los homosexuales o de la ideología de género, se debe pensar en los niños y en el deber constitucional que tiene la sociedad en protegerlos, brindándoles bienestar como resultado del amor y del cariño hacia ellos.

La iniciativa del referendo garantiza una excelente jugada política de la senadora Morales que junto con su esposo ya pueden estar tranquilos para las próximas elecciones, que, amparados bajo el manto religioso desde el sector cristiano, rayan el fanatismo e inducen a que los ciudadanos tomen posiciones radicales que no respetan la diferencia. Soy cristiano católico y estoy convencido que a mi Dios no le importa de dónde provienen las buenas acciones, así que, si son los homosexuales o solteros los que quieren adoptar para hacer niños felices, de él recibirán todas las bendiciones.

Comentarios