Y el suicidio, ¿qué?

José Adrián Monroy

El 10 de septiembre se conmemoró el Día Mundial para la Prevención del Suicidio, y aunque parezca inusual que haya un día en el año en donde se auspicie que las personas no atenten contra su propia vida, resulta que ahora es más común de lo que parece.

De enero a julio de este año se han registrado 1.396 suicidios, constituyéndose en el 10,57% de todas las muertes que se han dado en el país. De los casos reportados, los hombres son los que más se han suicidado (1.156), mientras que las mujeres están muy por debajo de esa cifra (240). Lo anterior, según datos suministrados por Medicina Legal.

Uno de los datos que más preocupa son las edades en las que los colombianos deciden suicidarse, puesto que son las personas entre los 20 y 24 años las que más han acabado con su vida con 220 casos, seguido de las personas entre los 25 y 29 años con 163 casos; los de 30 a 34 con 119, los de 35 a 39 con 98 casos, y los jóvenes de 15 a 17 años con 92.

Además, se estableció cuáles son las ciudades con más muertes suicidas, ocupando el primer lugar Bogotá, seguido de Cali y Medellín. En Ibagué, el último caso se dio el lunes precisamente, cuando un taxista de 61 años decidió suspenderse del cuello en su vivienda en el barrio Departamental, con él, ya son 27 los casos.

Siempre he creído que quienes toman la decisión de suicidarse, o son muy valientes para hacerse daño a sí mismos o muy cobardes para no afrontar los problemas que los motivaron a hacerlo; sin embargo, el hecho de que existan tantos casos de suicidio es una alarma de que algo falla en nuestra sociedad y que merece especial atención.

Finamente, no se trata de adjudicarle la responsabilidad de forma exclusiva al Estado, que es lo que últimamente pasa, sino de crear al interior de las familias una conciencia de cuidado hacia sus miembros, a escucharlos, protegerlos, rodearlos en los momentos difíciles para que logren sentir que no están solos y que jamas habrá un obstáculo que no se pueda superar con la unión y el amor que brinda la familia.

Por eso mi invitación es a que seamos solidarios y respetuosos con los demás en todos los ámbitos de la vida, ya que no se sabe el sufrimiento que cada quien lleva por dentro. Así que no vayan a ser nuestras actitudes, el puntillazo final a una decisión fatal.

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