El letargo de Ibagué

José Adrián Monroy

En este espacio, y gracias a El Nuevo Día, he podido semanalmente, todos los viernes, abordar temas sobre la actualidad política de nuestro país, de nuestro departamento y por supuesto de Ibagué; siendo esta última la que más me preocupa y a la que más líneas le he dedicado en mi columna.

Es que por desgracia, en estos años he tenido que criticar, constructivamente por supuesto, la forma cómo desde la administración municipal han manejado los destinos de la capital del Tolima. La evidente intención de cargar con impuestos a los ibaguereños y la falta de planificación en la toma de decisiones han afectado el desarrollo de la que alguna vez fue la segunda ciudad para hacer negocios en Latinoamérica, según el estudio “Doing bussines” y que para el año 2018 ocupa el lugar 32 de las 32 ciudades analizadas.

El exagerado incremento al cobro del impuesto predial, el aumento del cobro al uso del espacio público para los comerciantes, el constante endeudamiento en los que viene sometiendo al municipio, con el disparatado “pico y placa” en tres horarios distintos dentro del mismo día - una medida que no obedece a ningún tipo de planeación puesto que inicialmente la plantearon para todo el día y a última hora cambiaron la decisión -, o la constante pelea que se convirtió en delirio del Alcalde en contra de los gremios económicos y los más adinerados de la ciudad.

Ahora el Sr. Alcalde anunció que radicará ante el Concejo municipal, dos nuevos tributos para que sean cobrados a los ibaguereños: Valorización y plusvalía, que en palabras del primer mandatario ...“Nosotros con la valorización qué le hemos dicho al Concejo, que los que tengan viviendas de avalúos catastrales inferiores a $80 millones no pagan valorización (…) yo ya di la orden para volverlo a presentar ya sea en estas ordinarias o el año entrante, y cada vez que tengamos sesiones lo volveremos a presentar, porque voy a dejar constancia de la necesidad que una ciudad como esta tiene que tener valorización, uno no puede seguir enriqueciendo a las personas, ellas tienen que tener contribución”, argumentos populistas que reflejan los apasionamientos del alcalde y que no le convienen a la ciudad.

A este ritmo será muy difícil que Ibagué tenga el desarrollo económico que se requiere para mejorar la calidad de vida de sus habitantes, porque finalmente el endeudamiento, los impuestos y la improvisación se pagará del bolsillo de todos los que aquí vivimos, incluidos los comerciantes y empresarios quienes son los que generan el escaso empleo que se tiene. No vale para la Alcaldía la gestión ante el Gobierno nacional o el estímulo al sector privado para generar inversión. Espero que pronto termine este letargo.

Comentarios