El gobierno Petro y las reformas del cambio

Olga Beatriz González Correa

La segunda vuelta electoral para la presidencia de la República dejó en el escenario a dos actores que no venían de la clase política tradicional, lo que expresaba en la ciudadanía un deseo por cambiar el estado de cosas que se vienen presentando en el país.
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Las condiciones de pobreza y desigualdad, agudizadas tras la pandemia, terminó decantando en un estallido social que no se había visto en Colombia desde hace varias décadas, tal vez comparables con las manifestaciones cívico populares de finales del 70, que posteriormente serían desactivadas a través del único mecanismo que conocen las élites para acallar el inconformismo social, la represión. En dicho caso particular, se decantaría a través del macabro Estatuto de Seguridad de Turbay Ayala.

Las exigencias del paro de aquellos años fueron, entre otras: aumento salarial, congelación de tarifas de artículos de primera necesidad y de tarifas de servicios públicos, suspensión del estado de sitio y respeto de las libertades, abolición de la reforma administrativa de corte neoliberal, entrega de tierras a los campesinos por el Incora, jornada de trabajo de 8 horas y salario básico para transportadores.

Exigencias históricas que aún hoy son reclamos legítimos de distintos sectores sociales del país, la diferencia en este caso es que existe un gobierno que supo entender los fundamentos del estallido actual y darle legitimidad a través de lo que se han denominado las reformas sociales.

El presidente lo expresa en reiteradas ocasiones, las reformas son el cambio, ese cambio que pidió la gente en las calles y se reflejó en las urnas, pero que ahora las élites alineadas en distintos partidos, no quieren permitir. Esto lo entendió el presidente en las negociaciones con los partidos para la aprobación de la reforma a la salud; luego de avalar el 98 % de las 114 proposiciones presentadas, se interpusieron a la reforma con el chantajista planteamiento de “el cambio sí pero no así”, que no es otra cosa que dejar las cosas tal y como están.

Este es un momento histórico en el país, lo que está en juego en las siguientes semanas en el Congreso marcará el destino de las próximas décadas en el país, es por ello que debemos acompañar las reformas, porque en ellas se expresan la definición de unas mejores condiciones de vida de millones de colombianos y colombianas que hoy no están integrados como ciudadanía; no es posible que las mujeres y niños mueran por falta de atención médica en la Colombia profunda.

Los partidos tradicionales no pueden cerrarle la posibilidad de cambio a millones de personas a través de mentiras, ¿quién les compra esa falacia de que los recursos de la salud van a ser entregados a la politiquería regional?, si fuese de esa manera la reforma hubiese sido aprobada hace mucho rato, ya que el Congreso está dominado por clanes políticos regionales que se nutren en muchos casos de las transferencias de los recursos de la salud para hacer política, así como aquí en el Tolima ocurre en distintos municipios.

Colombia quiere un cambio y el cambio son las reformas. Daré la pelea hasta donde se me permita por ser esa voz en el Congreso de miles de tolimenses que hoy merecen una segunda oportunidad sobre la faz de la tierra.

OLGA BEATRIZ GONZÁLEZ

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