¿Raponazo?

Iván Ramírez Suárez

El Tolima vivía, en 1954, una difícil situación política, económica y social. Las disputas partidistas camuflaban la razón real de una confrontación que tenía como ingrediente esencial la lucha por la tierra. Una realidad que se reflejaba con mayor o menor intensidad en otras regiones del país.

El teniente Coronel César Cuellar Velandia, nombrado gobernador por el régimen militar de Gustavo Rojas Pinilla, mediante decreto número 2195 de 1954 y acogiendo el contenido de la Ordenanza 02 del mismo año, autorizó la entrega de diez mil pesos al Club Deportivo Boca Junior, para que creara, gestionara e inscribiera ante la División Mayor del Fútbol Colombiano, una institución representativa del departamento en el torneo nacional de fútbol profesional.

Aunque en parte se trató de aplicar sedante a la complicada situación social que padecía el Tolima, en el decreto Cuéllar Velandía dejó signado el derrotero que debía seguir el naciente club: (i) “Propender por el desarrollo del fútbol amateur”, y (ii) “Que los ingresos y beneficios recibidos se aplicaran de manera exclusiva a este fin ”.

Y bajo la figura de una entidad sin ánimo de lucro (Corporación) el Club Deportes Tolima obtuvo el derecho jurídico e ingresó a la Dimayor el 18 de abril de 1958 (Resolución 1102). Juan Barbieri (Argentino) fue su primer entrenador y los tolimenses Pacheco, Galvis, Bautista y Sánchez hicieron parte de esa primera nómina.

Con afugias sobrevivió la Corporación más de 50 años, hasta que la globalización y el capitalismo salvaje convirtieron a los futbolistas en mercancías y a los clubes deportivos en bolsas de valores.

Al Tolima había llegado el empresario Gabriel Camargo (2004), acogido como Mesías -“salvador del club”- y con su familia, sus socios políticos de Bogotá y Cundinamarca y el staff directivo de sus empresas (Incubacol, Constructora La Sabana y Sumapaz S.A.S.) se apoderaron de la corporación y del capital social hasta ese momento consolidado.

De la Junta Directiva desaparecieron prestantes tolimenses y altruistas empresarios que habían dado una desinteresada lucha por mantener los derroteros trazados por la corporación desde su creación.

Por disposición de la ley 1445 de 2011, la entidad sin ánimo de lucro debió transformarse en sociedad anónima (Sociedad de capital), como consta en la escritura pública 2107 del 27 de octubre de 2011 de la Notaría Segunda de Ibagué.

Al momento de la conversión, la Corporación registró con corte a mayo 31 de 2011 (último balance general) activos superiores a 10 mil millones de pesos y un patrimonio cercano a seis mil millones.

Sin embargo, el revisor fiscal Fernando Suárez Sarmiento certificó el 26 de octubre de 2011, que el capital social que tenía la Corporación al momento de convertirse en sociedad anónima era de mil 981 millón de pesos, que ingresó a la sociedad en su totalidad como capital suscrito y pagado, conforme lo certificó la señora Alexandra Herrera Valencia, jefe de la oficina de Inspección y Vigilancia de Coldeportes mediante oficio del 25 de octubre de 2011.

La conversión igualmente permitió que Gabriel Camargo Salamanca, Leonor Serrano de Camargo, Catherine Camargo Serrano, Francisco Ruiz López de Mesa (socio político de Leonor Serrano), Manuel Edgar Tapias Rivero (Directivo de Incubacol), Jorge Enrique Gaitán Quimbayo (Abogado de Incubacol y socio político de Leonor Serrano) y Adolfo Ramírez Quevedo (socio empresarial de Leonor Serrano) se hicieran dueños de más del 80 por ciento de la nueva sociedad y la nueva Junta Directiva del Deportes Tolima.

Aunque la conversión de la corporación sin ánimo de lucro a sociedad anónima tuvo soporte legal, no se puede afirmar lo mismo del traslado del patrimonio del Club, que ingresó en parte (1.981 millones) al de la sociedad anónima que dominaba al momento de la conversión la familia Camargo Serrano.

La razón, es que en las entidades sin ánimo de lucro no se generan utilidades o ganancias, sino excedentes de ejercicio que deben ser reinvertidos en desarrollo del objeto social y no repartidos entre los asociados. Lo que se hizo con parte del patrimonio de la corporación, conforme se explicó en la misma asamblea general que aprobó la conversión y aparece demostrado en la cuota accionaria de la nueva empresa.

¿La pregunta es: Dónde está el resto del patrimonio registrado en el último balance (Mayo de 2011), es decir, cerca de cuatro mil millones de pesos, que no ingresaron a la nueva sociedad?

Y si el objeto social de la corporación era el “apoyo al fútbol amateur” (Aficionado) e “incentivar el semillero del fútbol profesional tolimense”, debió irse la totalidad del patrimonio a los clubes deportivos del Tolima que ejecutan un trabajo con las uñas y no a una sociedad de capital como en parte se hizo.

Hay mucho por aclarar

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