Corjaramillo

Iván Ramírez Suárez

Como si estuviéramos en la India, hay dirigentes de la política tolimense que se creen predestinados por el sistema de castas para capturar las instituciones, apropiarse de ellas y ponerlas al servicio de sus intereses personales y grupales.

Mauricio Jaramillo se ha creído extraído de los muslos de Brahma (El Dios creador de los hindúes) y perteneciente a la casta sagrada de los Vaishias (dueños de la tierra y comerciantes) y ha sometido a Cortolima a la más innoble explotación burocrática y politiquera.

No le ha bastado el usufructo administrativo de la corporación, sino que ésta ha coadyuvado por acción u omisión al ejercicio de sus actividades lucrativas como comerciante, constructor, aparente cultivador de arroz y a la valorización directa de sus predios El Encanto y La Pradera, ubicados sobre la vía Mirolindo - aeropuerto Perales de Ibagué.

La inmediatez y pulcra diligencia con la que Cortolima contribuyó al ingreso de más de 200 millones de pesos a las alforjas del cuestionado candidato a la Gobernación al permitir el depósito de material de relleno y alistamiento en uno de estos predios y la valorización de los inmuebles citados por la modificación del Plan de Ordenamiento Territorial, no son directamente proporcionales al estado de abandono y negligencia como se ha tramitado el expediente sancionatorio contra el exsenador y su empresa, Inversiones Getsemaní limitada, con ocasión de la ejecución del concluido proyecto urbanístico Altos del Vergel por haber destruido el medio ambiente y la fuente hídrica allí existente.

Agilidad administrativa que sí está demostrada por Cortolima para certificar la existencia de cultivos de arroz en los inmuebles citados (año 2008), lo que le permitió al entonces senador cobrar por ventanilla un subsidio de Agro Ingreso Seguro que aún lo tiene sub judice ante la Fiscalía General de la Nación por tan repudiable actuar.

Pero como si una década de usufructo y beneficio no bastara, el personaje de marras pretende dejar condicionada su pervivencia de casta en la entidad, convocando de manera anticipada la elección de integrantes del nuevo Consejo Directivo y de nuevo director, desconociendo la normatividad vigente, para, así, poder seguir manejando a su antojo la corporación.

Como presagiando su derrota electoral pretende el exsenador conservar el dominio directivo, administrativo y contractual de Cortolima, a la que de conseguirlo habremos de llamar Corjaramillo, en honor a un privilegiado de casta, que tendremos que seguir en cada paso para estar prestos a recogerle el cagajón sagrado que deja a diario en su andar.

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