¿El ungido?

Iván Ramírez Suárez

Sorprendió el nombramiento del abogado Camilo González Pacheco como secretario de Gobierno del recién posesionado alcalde de Ibagué, Guillermo Alfonso Jaramillo Martínez.

La sorpresa deviene por el significado que tiene su designación en la actual coyuntura política municipal, departamental y nacional.

Empecemos por la última. González Pacheco no solo es uno de los oradores más importantes que tiene el Tolima, sino una figura surgida de la Anapo Socialista que lideró en el país la causa política del desmovilizado movimiento M – 19 y que junto a otros sectores de izquierda viene propugnando por una apertura democrática incluyente con los sectores armados de las Farc y el Ejército de Liberación Nacional. Es decir, el mismísimo proyecto político del que hoy hacen parte Gustavo Petro y Guillermo Alfonso Jaramillo y que tendrá trascendente incidencia en el posconflicto.

En lo departamental, representa la lucha de un movimiento renovador y popular que se opuso a la hegemonía de Alberto Santofimio Botero a costa y sacrificio de oportunidades grupistas y personales y de la pérdida física y el distanciamiento político de amigos y coequiperos. Rol que ha mantenido desde su columna de opinión en el diario EL NUEVO DÍA contra actores diferentes, pero con idéntica forma de actuar político y en la que en muchas ocasiones ha estado coincidente con el alcalde Jaramillo.

De ahí que su designación y aceptación no solo signifique la llegada de un experimentado político y abogado al equipo de gobierno municipal para aportar ideas y soluciones a los numerosos problemas de la ciudad, sino una habilidosa jugada política con dos objetivos concretos.

El primero, aprovechar la cercana amistad personal y familiar que tiene González Pacheco con el gobernador Óscar Barreto Quiroga. Los dos fueron secretarios de despacho de la alcaldesa Carmen Inés Cruz (1998 al 2000) y de allí surgió el apoyo político a la primera aspiración del hoy gobernador. Camilo se convierte en el catalizador que necesitaban Jaramillo y Barreto para coincidir en las políticas públicas que deberán ejecutar en común por la ciudad.

El segundo, empezar a marcar un nuevo liderazgo dentro de la fuerza política gobernante que pueda conservar el poder en la futura contienda, si éste se ejerce de acuerdo a las expectativas generadas por Guillermo Alfonso Jaramillo.

Algo similar a lo que aspiraba el alcalde cuando era secretario de Petro, pero que por circunstancias bien conocidas no fue posible consolidar.

Sería lo más conveniente para Ibagué, como alternativa para evitar el regreso de la manguala corrupta que saqueó las arcas de nuestra ciudad.

Si mi análisis es acertado y Camilo es el ungido, veo un futuro prometedor. Ojalá así sea.

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