El estigma de las drogas

Hace un par de días me encuentro en Escocia en condición de estudiante. Pese a que hubiera sido mejor comparar el sistema educativo del Reino Unido con el nuestro o hablar del whisky, dada la especial vigencia del primer asunto en nuestro país y el interés que puede despertar el gusto por el segundo;

de la educación superior británica se muy poco aún para opinar y del "Scotch" sólo he constatado que es casi igual de costoso aquí que en Colombia por los impuestos. En cambio, de la idea sesgada que tienen de los colombianos en el extranjero, tema en torno al cual gira esta columna, si tengo una idea más amplia.

A más de un colombiano, cuando sale de vacaciones fuera del país, le habrá pasado que, sin importar el rincón del mundo en el que se encuentre, apenas alguien descubre su nacionalidad la siguiente pregunta es acerca de la mafia o de las drogas. La gente no hace alusión al tema con la intención de ofender; sin embargo, cuando pasa de forma reiterativa, el hecho deja de ser anecdótico y se vuelve molesto.

La pregunta por la coca es obligada en Latinoamérica, Estados Unidos, Europa continental y ahora en el Reino Unido. Aquí en Escocia ya me la han hecho varios estudiantes, internacionales y locales, y algunos ciudadanos del común. Por aquí nadie se acuerda de donde proviene el café que toman a diario, ni de nuestras flores, no saben diferenciar entre una mujer colombiana y una puertorriqueña, todas son latinas. Haciendo memoria los únicos que suelen mencionar una de las tantas otras caras que tiene nuestro país son los árabes, por lo menos recuerdan al pibe y están seguros de que Shakira es colombiana.

Qué difícil es quitar ese estigma, esa primera idea que le viene a los extranjeros a la cabeza cuando tratan a un colombiano, los daños que el narcotráfico le deja a la sociedad colombiana. Si queremos jugar un papel más activo en el escenario mundial para algún día alcanzar el desarrollo, debemos empezar por dar vuelta a la página; sociedad y Gobierno deben pensar más a fondo el tema y apostarle con decisión a aquellas ideas que puedan vender una cara innovadora de Colombia al mundo, de lo contrario, nuestra imagen será más de lo mismo.

Credito
OMAR RANGEL

Comentarios