Primero la dignidad

Entiendo que la sexualidad es un tema que hace parte del ámbito privado de las personas y aunque esté rodeada de rumores, malos entendidos, malicia y tantos otros etcéteras, no ha de ser pública su práctica, aunque se tengan que dilucidar muchas consecuencias de su ejercicio en escenarios bien distintos a los de su origen.

Entiendo que la sexualidad es un tema que hace parte del ámbito privado de las personas y aunque esté rodeada de rumores, malos entendidos, malicia y tantos otros etcéteras, no ha de ser pública su práctica, aunque se tengan que dilucidar muchas consecuencias de su ejercicio en escenarios bien distintos a los de su origen. 

Claro, la sexualidad es parte de la cultura de los pueblos y salvo algunos enfoques respecto a su aplicación, todos lo hacen y sus resultados no afectan a la sociedad sino cuando se degrada o envilece su práctica.

Si bien es cierto que todo el mundo intuye lo que hacen los demás en esta materia, no es agradable que este ejercicio tan cotidiano, tan común y corriente, se saque a relucir por arrogancia como si el resto no tuviera con qué hacerlo o sus resultados no fueran tan buenos o mejores a los que se pretenden exhibir.

Para no alargar el cuento o para decirlo en términos coloquiales, todo el mundo tira y se procrea y salvo los habitantes del universo de la fantasía, los príncipes, los héroes o superhéroes, por ejemplo, que no creemos que lo hagan, es algo que no debiera ser noticia.  

Claro que el comercio y el consumismo actuales, en aras de acaparar el favor de los ciudadanos, pagan, compran, empelotan al que sea para, a través del escándalo, vender sus productos. 

También es a través del chisme y el sensacionalismo como algunos quieren sorprender a sus seguidores, por ejemplo una artista famosa que recibe buenos dólares por mostrar públicamente lo que todos sueñan que les muestren en privado. Y algunas quieren hacer espectáculo del natural y cotidiano nacimiento de un hijo, por ejemplo.

Pero así son las cosas en estos reinos desprotegidos, desequilibrados, que hasta el maravilloso mundo de la ternura y la felicidad se presta para demostrar una posición o un privilegio inexistente.  

Tal vez por eso me pareció insólito, por decir lo menos, que la funcionaria que dirige la cultura del municipio hiciera el ridículo mostrando públicamente su embarazo y su sexualidad, como si le hiciera bien a esta sociedad en la cual debiera influir positivamente para que el clima cultural fuera fortalecido con su acción.

Los resultados de su trabajo no serán un listado de cosas en las que haya gastado o malgastado el presupuesto, sino qué tanto es mejor la sociedad y el clima creativo a través de su liderazgo.

Por lo que veo, hacer el ridículo es fácil. Si el Papa saliera en una foto con un par de mujeres desnudas para no permitir que su rebaño se disgregue, lo podría hacer, claro, pero no lo hará porque no está a la altura de su dignidad. 

Credito
BENHUR SÁNCHEZ SUÁREZ

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